domingo, 2 de marzo de 2014

Desde el cielo y con Gravedad llega la mejor película en años

Afiche de lanzamiento (haz click)
   Uno de mis conflictos existenciales con la forma de arte que más adoro, el cine, es el hecho de que una gran cantidad de películas -quizá incluso la inmensa mayoría- son adaptaciones de obras literarias. Esa característica me molesta debido a que la narración escrita tiene una estructura significativamente distinta a los de la narración audiovisual y depende de herramientas de otra naturaleza.

   Un libro puede matear en una sola oración lo que al lenguaje audiovisual le cuesta un mundo transmitir y hacer entender. Pongamos por ejemplo cada uno de los libros de Harry Potter, en los que los protagonistas se enfrascan en una aventura a todo lo largo del año escolar. Son siete libros, son siete años, que comienzan cuando Harry acaba de cumplir 11 y terminan cuando está a punto de cumplir los 18. Dado que sus peripecias transcurren al mismo tiempo que son alumnos de una escuela para magos, la narración necesita transmitirnos la sensación de que el dichoso año escolar está corriendo y se les vienen los exámenes encima, con total independencia de las fuerzas oscuras que los niños creen los acecha entre un salón de clase y otro. Para ello, muchas veces a J.K. Rowling le bastaba con decir algo así como “Después de aquel Halloween, no supieron más del asunto, por lo que lo dieron por superado y siguieron con sus clases hasta las vacaciones de Navidad”… ¡Presto! De un solo plumazo adelantó la historia un mes y medio y nos dio a entender que la vida había seguido business as usual.

sábado, 1 de marzo de 2014

12 años en el infierno

Afiche de lanzamiento (haz click)
   Una de las películas que más me ha gustado en lo que va de esta segunda década del siglo, ha sido la maravillosa Shame, cuya debida reseña me queda pendiente para otra oportunidad. Por ahora resumiré en que, para mí, su perfección residió en la combinación de dos características pocas veces halladas juntas: el recordar que cine significa “escribir con imágenes en movimiento” -ergo, contar una historia a través de las imágenes- y el confiar en la inteligencia de la audiencia, dejándola interpretar lo que quiera; si no entendió, allá ella. Tamaño atrevimiento, concluí, sólo podría realizarlo un director que fuere inteligente, culto, pero sobre todo, con un buen par de cojones. Investigué al llegar del cine y descubrí, para mi sorpresa, que se trataba de un cuarentón británico con la experiencia de muchos cortometrajes pero una sola larga-duración. “De este tipo he de estar pendiente”, me prometí al instante.

   No tuve que esperar mucho, ya que al poco tiempo se anunció que dicho director, llamado Steve McQueen, estaba entregado a la preproducción de un biopic, una película biográfica real sobre un afroamericano que, habiendo nacido libre en New York, fue secuestrado y vendido como esclavo en los mercado del sur de los EEUU, teniendo que pasar doce años de su vida en varias plantaciones del estado de Louisiana justo antes de la Guerra Civil… “Zaz ¡Noo ¿Por qué?!”, me dije. Y es que a mí no me entusiasman los biopic (mis razones las puse por escrito aquí). Además, aquello me sonaba como una temática ya muy trillada y como un drama muy necesitado de diálogo. Chimbo, porque lo que justamente me había gustado tanto de Shame había sido su temática inusual y su tratamiento innovador, siendo lo primero la clave de lo segundo. O eso pensaba yo.