Mis padres utilizaban sus agendas como micro diarios. Desde hoy haré lo mismo en este espacio.
Esta semana cumplí un mes en el nuevo trabajo y ya amenazaron con botarme. Ignacio me acusa de improductivo, poco servicial e irresponsable. Lunes y martes no pude asistir por culpa de problemas domésticos pero no lo llamé para advertírselo. Creyó que tampoco había trabajo miércoles y jueves porque no me vio, pero sí lo hice, quedándome hasta las 8:00 p.m., pero era tarde: ya me había rayado...
Hoy me siento un verdadero inútil. Siento que no sirvo para nada salvo para dar clases. El año pasado Desiree me acusó de, mutatis mutandis, exactamente lo mismo de lo que me acusó Ignacio hoy. Creo que tienen razón y por eso me siento terrible.
¿Puede ser mi casa? ¿No me atrevo inconscientemente de abandonar mi zona de confort incluso al precio de perder las oportunidades que me dan los demás?
Sin embargo y con total independencia de la eventual validez de sus argumentos, creo que la gente me tiene poca paciencia. Me he convencido de que soy una inversión a largo plazo. Quizá muy a largo, pero lo soy. Si tan solo los demás se dieran cuenta...