Afiche original de lanzamiento. |
Aunque fue estrenada originalmente en noviembre, con motivo de su reciente premiación en los Golden Globe repusieron en los cines colombianos la última película de Bryan Singer, Bohemian Rhapsody, dedicada a la vida de Freddie Mercury. Para mí la nostalgia empezó al instante en que volví por fin a escuchar en grande la fanfárria de la 20th Century-Fox luego de dos años de que se fuera de Venezuela, y no paró hasta el último instante de los créditos… y he ahí el gran problema con esta película.
La cinta cuenta con dos grandes factores a su favor: el primero y más obvio es la música de Queen, que como la de The Beatles, Abba o Michael Jackson, ya forma parte del acervo cultural del planeta entero, por lo que en casi cualquier rincón del mismo disparará en los espectadores esa sensación de estar reviviendo muy caros momentos de su juventud. Por otro lado, ya en el plano netamente cinematográfico, la actuación protagónica de Rami Malek en el rol del famoso vocalista está muy bien lograda, al punto de hacernos creer que vemos al verdadero cantante en vez de a un imitador. Lamentablemente, toda escena que no incluya a Malek en el rol de Mercury, no sólo no está a la misma altura, sino que pareciera haber sido tomada de otra película, una hecha para televisión, con bajo presupuesto y que nada tuviera que ver con lo que se supone que estamos viendo. Lo anterior es tan grave que incluso las escenas que sí incluyen a Mercury se vuelven aburridas y malas cada vez que el plano cambia para mostrar a cualquier otro actor o personaje, algo lamentable porque como en algún punto cerca del final dicen explícitamente, Queen era una banda en la que todos componían y aportaban en igual cantidad, por más que la flamboyante personalidad de Mercury diera para pensar que se trataba de un cantante solista acompañado por músicos de sesión.
Adicionalmente, la película adolece de todos los males propios de las biopic, como lo es el construir a la fuerza un arco dramático a partir de la unión artificial de distintos eventos, muchas veces aislados o que ocurrieron con independencia uno de otro, sucedidos a lo largo de muchos años, todo para poder comprimir en dos horas el llamado “viaje del héroe”. Quizá -QUIZÁ- hubiese sido mejor limitarse a contar el primer año de la banda o cómo compusieron su más famoso disco, pudiendo así enforcarse en los distintos dramas individuales de cada uno de los cuatro músicos y no sólo Mercury. Esperemos que las restantes biopics musicales que el éxito de ésta acaba de promover, como la venidera Rocketman -sobre Elton John- y una sobre Vanilla Ice, logren contar historias mejor trabajadas, con valores de producción y actuaciones mucho más consistentes a todo lo largo del metraje.
6/10