sábado, 22 de septiembre de 2012

Blanca Nieves quedó para después: reseña sobre Snow White and the Huntsman


Afiche original de lanzamiento (click)
   Si hay una película que a principios de año me había logrado entusiasmar con tan sólo ver el tráiler -pese a no saber nada sobre su realización (nunca supe que la estaban produciendo)- esa era Snow White and the Huntsman (Sanders, 2012), la cual de verdad estaba deseando ver con sincera y abierta expectativa. Pero ojo: no era esa expectativa con la que se espera el retorno de un director admirado, la secuela de una serie taquillera o la reinterpretación de un personaje archiconocido, no. Era más bien esa expectativa original que siembra la secuencia de imágenes contenidas en un tráiler, cuyo único propósito es hacernos querer ver la película por el puro goce de ver más. Punto.

   Sin embargo, parece que las cautivadoras imágenes que me habían seducido en pocos segundos no habían quedado en el tráiler por mera casualidad o sentido expreso, sino porque fueron las únicas que encontraron los promotores para darnos a entender que esta nueva versión de Blanca Nieves era una aproximación oscura y tenebrosa que ponía el acento en la propuesta estética para, de esta forma, ser recordada como un atrevimiento largamente deseado, etc., etc., etc.


   Nada que ver, porque o mis expectativas fueron muy altas o la película sinceramente falló desde el guión en adelante. Y no es que quiera lavarme las manos por el dolor que me produce el inevitable encontronazo entre mis gustos pueriles y mis racionalizaciones adultas formadas en la academia ¡Ooh no! Soy el mismo Sebastián que disfrutó cada segundo de Avengers, el que quiere ofrecer un curso universitario sobre Harry Potter y que contra viento y marea insiste en reivindicar el valor de las precuelas de Star Wars.  La culpa es de Sanders y su Blanca Nieves, porque cuando la película no llevaba ni 20’ y yo ya sólo quería ver las escenas de acción, los efectos especiales e incluso el final -cual si estuviese viendo una porno- no puede ser porque yo no sé lo que quiero… ¡No!

*El siguiente párrafo contiene spoilers*

   Creo que la intención de hacer algo distinto con un cuento viejo era sincera, pero no sabiendo cómo lograrlo, intentaron varias fórmulas al mismo tiempo: intriga política, batallas épicas, terror fantástico y hasta el duelo amoroso de una princesa que no sabe por cuál galán decidirse… ¡Meh! Ninguna de estos diversos componentes ofrece nada memorable: las batallas son sólo dos y muy cortas. El bosque encantado, después de una prometedora primera escena en la que unos hongos alucinógenos inducen pesadillas con tus peores temores… ¡No muestra pesadilla alguna! En fantasías nada más hay un trol arbóreo que bien podría haber sido un oso o cualquier otra amenaza y unas hadas que sólo revolotean y señalan con el dedo. Esto sumado a un venado gigante y siete enanos… Sí, los siete enanos, que ahora son asaltantes de caminos, lo cual fue una variación que me gustó pero que no ofreció más allá de eso, de hecho, sentí que sólo están ahí para concluir y decirnos que Blanca Nieves es “la escogida para retomar su reino de las manos de la bruja mala que mató a su padre y ha sumido al reino en barro” (parafraseado). Lo que nos lleva a la pregunta: ¿por qué la mala no mató a Blanca Nieves cuando la tuvo encerrada en el castillo durante 10 años? Nunca dan a entender que la necesitan para algo, más aún cuando todo el mundo la daba por muerta. Misterios que la película ni descifra ni le importa… Lástima.

   Lo único que rescato fueron los encantamientos y retorcijones de maldad que vive practicando frente al espejo (“espejito”) Ravenna, la bruja mala y usurpadora que interpreta la bellísima Charlize Theron. Pero no hace falta ver la película para disfrutar estas escenas: están todas en el tráiler… Una vez más ¡Lástima!

Mi voto IMDb: 4/10

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