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La revolución
francesa, pese a que sólo duró diez años, es uno de los períodos más
fascinantes y atractivos de la historia universal. De ahí que, 225 años
después, aún abunden las novelas, películas, series de televisión y hasta
videojuegos que se ambientan durante la misma; en especial alrededor del que
parece ser el momento más conocido por el imaginario colectivo de todos los que
se sucedieron en aquellos turbulentos
años, la “toma de la Bastilla” (14 de julio de 1789). La singular preferencia
por dicha fecha muy probablemente se deba a que, además de su particular simbolismo
en el contexto de la monarquía absoluta dieciochesca, los franceses desde muy
temprano vieron en ella la máxima expresión de lo que su influencia podía
alcanzar y generar en el mundo. De ahí que, consecuentemente, su conmemoración la hayan convertido en su gran fiesta nacional, equivalente al 4th of July de los americanos.
Dadas las
implicaciones de lo anterior, es normal asumir que ya no hay necesidad de escuchar
otra vez el cuento sobre aquel trascendental día, y que podríamos esperar, de parte
de los nuevos narradores, historias [stories]
enfocadas en algunos de los otros eventos entre los muchos ocurridos durante aquellos
diez años revolucionarios, muchos de los cuales han recibido inmerecida poca
atención: la Marcha de las Panaderas, la Huida a Varennes, las Masacres de
Septiembre, el juicio y ejecución del rey, la Fiesta del Ser Supremo y la Diosa
Razón, El Terror, la Reacción de Thermidor, la Conspiración de los Iguales o
los golpes de estado de Fructidor y de Brumario; eventos todos estos, créanme,
sobradamente novelescos.