Este capítulo salió publicado el lunes 19 de octubre de 2020 por mi podcast Perípatos y en él continúo la cobertura sobre las elecciones presidenciales americanas, al tiempo que me valdré de ello para ir explicando poco a poco la historia, las características y las instituciones del sistema político de los Estados Unidos.
1.- Los residentes en
el extranjero
Aunque a los
americanos les encanta decir que el suyo es el mejor país del mundo (ilusos,
cuando los venezolanos sabemos muy bien que es el nuestro… ¡JA!), obviamente un
montón de ciudadanos viven en el extranjero. Al día de hoy rondan
los cinco millones de personas, de las cuales casi 3 millones pueden votar.
Esta cifra no se refiere únicamente al personal diplomático y militar
desplegado alrededor del planeta, sino a todos los ciudadanos que viven fuera de
su país, incluyendo personas que nacieron en EEUU pero no se criaron allá, ya
sea porque sus madres dieron a luz mientras cursaban estudios, estaban allá por
trabajo o porque fueron a tenerlos con la intención expresa de que adquirieran
la nacionalidad gracias al principio IUS
SOLIS que impera en nuestro continente, según el cual, todo el que nazca en
el país es automáticamente ciudadano del mismo, así en EEUU como en la
República Bolivariana.
Este derecho también
lo tiene gente que heredó la nacionalidad de al menos uno de sus progenitores,
por más que en toda su vida solo hayan ido al país de visita o incluso sin eso.
Toda esta gran diversidad de personas tienen derecho a votar en absolutamente
todos los niveles de la administración pública, ya sean concejales municipales
o miembros de la junta que dirige el Distrito Educativo del contado, siempre y
cuando manifiesten el deseo de hacerlo por los consulados y -aquí viene la
particularidad que nunca falta a la hora de analizar los EE.UU.- se registren
en alguno de los 50 estados o el D.C.
Estos votos del
extranjero se suman a los totales de cada uno de los estados, lo que lleva a
preguntarnos entonces ¿cómo es que han declarado un ganador todos estos años?
La respuesta es
sencilla: lo hacen cuando la tendencia se hace irreversible, y como esos votos
foráneos se reparten por todos los 50 estados, jamás alteran el resultado
final.
Pero ¿qué quiere
decir “irreversible”? Significa que el número de votos que faltan por contar es
inferior al número de votos que separan a los candidatos. Por ejemplo,
supongamos que en un estado ya contaron 80% de los votos y el margen entre los
candidatos es de 21%, entonces ahí ya pueden declarar ganador al que lleve más,
porque así la totalidad de los votos que faltan vaya para el candidato que está
en segundo lugar, igual terminaría perdiendo por 1% al final de la cuenta.
Así, ya no importa
cuántos nuevos votos cuenten o recuenten en TX, FA, CA y NY, eso no revertirá
los triunfos de Trump en los dos primeros ni de Biden en los dos últimos.
Ahora bien ¿por qué
esto no pasó en las elecciones de hace 4 años, de hace 8 o de hace 12? Eso es porque
en ésta coincidieron dos factores que sirvieron para retrasar los reportes
finales.
El primero es que
hubo una inusitada votación temprana debido a la pandemia, sobre todo por
correo, y el conteo de estos votos siempre ha tomado más tiempo debido a que
amerita mayores controles de seguridad, como firmas, dobles sobres, escaneos
previos, revisión humana, etc. En algunos estados ese trabajo se puede
adelantar desde semanas antes, como FL, que terminó de contar en la madrugada
siguiente, pero en otros no se puede hacer sino hasta Election Day, como PA, donde tomó cuatro días.
El segundo factor es
que en varios estados los márgenes fueron muy estrechos, eliminando la
posibilidad de cantar un ganador temprano ya que las tendencias no serían
irreversibles sino hasta muy avanzados los conteos. Son los casos de los seis
estados polémicos -AK, AZ, GA, NV, NC y PA- que extendieron el proceso hasta
convertir a Election Day en Election Week.
2.- Resultado y autocrítica
En esta sección haré
la autocrítica de rigor para contrastar mi predicción con el resultado final.
En el capítulo #29
del podcast (y 8° parte de esta miniserie), publicado el día 28 de septiembre,
dije que Biden iba camino a ganar los mismos estados que había ganado Hillary
Clinton en 2016 + recuperar los 3 estados del bluewall que ella perdió + la conquista del estado de Arizona.
Totalizando así 290 electores, 20 más de los necesarios para ganar el Colegio
Electoral. Eso es lo que ocurrió.
Adicionalmente dije
que de los otros estados que estaban peleados, Georgia y Texas los ganaría
Trump mientras que Florida, North Carolina y Ohio, debido a lo mucho que
estaban basculando en las encuestas, los llamé toss-ups, es decir, estados donde cualquiera de los dos podía
ganar.
De este segundo
lote de estados, en Texas pasó lo que dije, mientras que Florida y Ohio los
ganó Trump. North Carolina aún no termina de contar sus votos, pero estimo que seguirá
a favor de Trump, así reduzca su ventaja, dejando como mi único error a
Georgia, un estado que la última vez que votó por un presidente demócrata fue
en 1992, año de por sí raro, porque hubo una tercera candidatura muy fuerte, la
de R. Perrot, que le restó votos al incumbente George Bush.
Así, no está bien
que lo diga yo mismo, pero que sólo me haya equivocado en 1/50 estados me
parece tremendo dato para ufanarme en mi próxima entrevista de empleo, jajaja…
Si quieren ser estrictos, quitaré los 3 estados en los que dije que podría
ganar cualquiera, e igual 1/47 es un margen de error demasiado bueno para este
simple mortal caraqueño, sobre todo porque si esos tres estados iban para
Trump, igual ganaba Biden, que es lo que al final pasó.
Ahora bien, falta
por discutir el tema de los márgenes, algo crucial para que esta disciplina mía
pueda seguir teniendo pretensiones de ser científica y para que la industria de
los estudios de opinión y campañas electorales siga teniendo vida.
Lamentablemente,
para analizar este tema considero imperativo esperar a tener los votos finales,
porque como le dije a Guillermo, mi socio, en las discusiones que tuvimos
durante toda esta semana, creo que las encuestas no se equivocaron, porque
todo cayó dentro de los márgenes de error.
Como prueba,
fíjense que el promedio general de encuestas de RealClearPolitics, que reporté al inicio del capítulo 34 (el
anterior a este, publicado el día antes de las elecciones) mostraba que la
ventaja de Biden sobre Trump se había estrechado hasta 6,5% y al día de hoy,
lunes 9 de noviembre, su margen de victoria parece estar precisamente entre 4 y
6 por ciento.
A nivel estadal, concentrándome en los campos de batalla claves, es decir, AZ, FL, GA, MI, NV, NC, PA y WI, la mañana de aquel mismo 2 de noviembre, Electoral-Vote reportaba los siguientes promedios ponderados:
- Arizona: Biden 48, Trump 47 (50-49).
- Florida: Biden 49, Trump 47 (48-51)*.
- Georgia: Biden 49, Trump 47 (48-48).
- Michigan: Biden 51, Trump 43 (51-48)*.
- Nevada: Biden 49, Trump 45 (50-48).
- North Carolina: Biden 49, Trump 47(49-50).
- Wisconsin: Biden 52, Trump 45 (50-49)*.
En estadística se
utilizan márgenes de error de entre 3 y 5 % (más de eso, la predicción no
sirve). Eso significa que, por ejemplo, si las encuestas predicen un triunfo
del candidato A 53-47 sobre el candidato B, con margen de 5%, A puede sacar
entre 48 y hasta 58, mientras que B puede sacar desde 42 y hasta 52. Es decir,
que la elección puede voltearse casi en la misma proporción. Por eso es que
toda ventaja que esté por debajo de 5% se la suele llamar “empate técnico”.
Todos los
resultados que listé arriba entran en esa categoría y si trabajo con un margen
más estricto de 3%, que es lo ideal, Biden sigue quedando dentro del mismo, y
Trump se sale en FL, MI y WI, donde creció a costa de los indecisos.
Otro factor
perturbador es la personalidad misma de Donald Trump, quien, guste o no, es muy
polémico e impredecible, con la capacidad de producir unas reacciones igualmente
impredecibles entre sus seguidores y detractores.
Si a esto le agregas
la creciente y preocupante bipolarización política que cala cada vez más en la
sociedad americana, sumado a las dificultades técnicas inherentes al método de
las encuestas, sobre todo en estos tiempos donde la gente sólo tiene celular y
hay menos líneas fijas, obtienes el caldo de cultivo perfecto para un resultado
relativamente sorpresivo.
En donde fui menos exacto es en mis predicciones sobre el Congreso, de lo que hablaré a continuación.
3.- El Congreso
En los capítulos 31
y 32, publicados los días 12 y 19 de octubre, respectivamente, analicé las
elecciones legislativas que iban paralelas a la contienda por el Ejecutivo,
diciendo que los demócratas mantendrían su control sobre la Cámara de
Representantes, actualmente de 235 contra 199, con probabilidades incluso de
aumentarla.
Con los resultados
reportados hasta hoy lunes, los demócratas mantienen su dominio pero no sólo no
ganaron nuevos escaños, sino que vieron su mayoría reducida en al menos 5 y
pueda que más. Lo sabremos en las próximas semanas, pero si bien seguirán en
control, tendrán menor margen de maniobra, sin contar que deben revisarse, porque
en algunos de los lugares en que perdieron, son de mayoría demócrata, como los distritos
26 y 27 de Florida.
En cuanto al Senado,
en el capítulo 32, mediante una fe de erratas, aseguré que el escenario más
probable era una ganancia neta para los demócratas de 3 curules, resultando en
una legislatura dividida exactamente en 50 y 50 de cada partido, esto gracias a
triunfos seguros en AZ, CO y ME.
Adicionalmente, vi
como muy probable el triunfo demócrata en IA y como menos probable pero con
buen prospecto, otro en NC, mientras que los republicanos sólo voltearían AL.
Este segundo escenario hubiese puesto el Senado 52 a 48 a favor de los
demócratas, pero insistí en que lo más probable sería la división 50-50.
Pues bien, los
republicanos efectivamente voltearon AL, pero los demócratas solo voltearon AZ
y CO, fallando -y por bastante- en ME, que todos creían en su bolsa, y en IA,
donde se veía como algo bastante probable.
Así, el Senado
queda 50 para los republicanos y 48 para los demócratas, con dos elecciones, la
de los dos curules de GA, pendientes de una segunda vuelta el 5 de enero, ya
que ninguno de los candidatos superó la barrera de 50%, con lo cual deben
volverse a medir pero sólo los dos primeros.
Mi pronóstico es
que ambas contiendan las ganarán los republicanos, quedando el Senado en su
control por al menos 2 años más. Si, por el contrario, las 2 segundas vueltas
las ganan los demócratas, el Senado quedará dividido efectivamente en 50-50, lo
cual ameritaría el voto de Kamala Harris, en su calidad de Presidente del
Senado, para romper los empatas y poder pasar las mociones.
En cualquier caso,
la situación augura caos y bloqueos eternos, con la mayoría republicana echando
para atrás muchas -si no todas- de las propuestas legislativas del Presidente
Biden o casi cualquiera de sus nombramientos, incluso los del gabinete,
contribuyendo con eso a desprestigiar, no sólo a su gestión, sino a todo el estado
y sistema político en general.
Sin embargo, es
bueno recordar que muchos senadores son de la tercera edad, pudiendo más de uno
morir o verse obligado a renunciar, teniendo entonces los gobernadores que
llamar a nuevas elecciones, lo que ambos partidos aprovecharían para retener o
mejorar sus posiciones. Amanecerá y veremos.
4.- Cierre y
despedida
Hasta aquí el
capítulo. Notarán que no hice mención algunas a las acusaciones de fraude
hechas por el comando de Trump ni a los innumerables rumores y memes sobre
votos multiplicados o borrados mágicamente.
La BBC publicó la
semana pasada un muy buen resumen de los 5 casos más importantes, los cuales
incluían la aparición de un muerto “votando” en Michigan, una curva que
mostraba un salto abrupto en los votos pro-Biden en Wisconsin y la acusación en
Arizona, de que si rayabas la boleta con un marcador Sharpie en vez de con un
bolígrafo, la máquina no lo registraba. Todos fueron desmentidos al punto de
que el comando de Trump retiró la demanda concerniente al marcador. Les
recomiendo el artículo, se titula US Election 2020: Five viral vote claims fact-checked.
En cuanto a las
exigencias de reconteo, pues la ley de Georgia ordena que si la diferencia es
menor a 0,5%, se debe recontar todo el estado, como sucedió en Florida hace 20
años.
Desde entonces, ha
habido sólo
tres reconteos de votos a nivel pan-estadal en elecciones presidenciales. Dos
fueron en la elección de 2016, uno en Wisconsin, donde cambió 131 votos de 2.976.150
emitidos; es decir, 0,004% y el otro fue en Nevada, donde cambió apenas 3 votos
de 1.125.385 emitidos o 0,0003% del total. Finalmente, la más famosa de todos,
Florida en el 2000 cambió 1.163 votos de 5.825.043 emitidos, o sea, sólo 0,02%.
Esto sí ha sido
todo por hoy, continuar hablando de fraude es caer en teorías de la
conspiración y a mí no me gusta discutir de religión u otras creencias. Sólo
quiero agregar que si les ha gustado el podcast hasta este punto y quieren más
capítulos por el estilo, los invito a ser mecenas a través de mi página de Patreon.
Pueden contactarme por mis redes sociales, @eco23 en Twitter y Facebook. En el próximo capítulo haré un especial sobre qué esperar de Joe Biden y su gobierno, incluyendo su posición sobre Venezuela ¡Hasta entonces! ¡Chau!
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