lunes, 14 de mayo de 2018

Mi reino por una foto

   Mayo será siempre un mes difícil para mí debido a que fue cuando murió mi papá, a quien todavía extraño como el primer día. Ahora mismo, mientras trato de escribir estas líneas, lo hago entre lágrimas, sollozos y un gimoteo que me hace tener que parar cada cinco minutos para levantarme, caminar un rato mientras me seco los ojos y recuperar el aliento.
Papá (1938-2013).

   Siendo sinceros, el dolor que me agobia últimamente no deriva del triste recuerdo, sino de una serie de problemas circunstanciales, algunos muy estresantes, que se mezclan en un cóctel emocionalmente asesino, bastante perturbador y que, claro, al recordarlo por su aniversario y considerando la falta que me hace, pues... me pongo a llorar como un niño. Si tan sólo pudiese sentarme con él a contarle lo que me pasa... *suspiro*


   Pero no es de su ausencia directa de lo que quiero hablarles ahora, sino de la oportunidad que perdí de haberme quedado con un pequeño recuerdo suyo... O mejor dicho, necesito hacer un mea culpa por algo verdaderamente tonto pero que me ha atormentado desde hace cinco años y que quiero expurgar de una buena vez, a ver si me deja de joder. Y si al mismo tiempo sirve para dejarle al mundo una pequeña «lección de vida», pues mucho mejor.

   Verán, si me buscan en Facebook, notarán que mi foto de perfil es, precisamente, una foto con mi papá, tomada por mi amiga Yuraima en un evento político que tuvo lugar en el estadio universitario de baseball, allá por junio de 2007. Es decir, una foto que, para el momento en que escribo, tiene ya casi 11 años y en la que, además, salgo bastante feo, pero que me gusta porque es, como suponen, una de mis últimas fotos con él.

   Por si no son de los que sacan cuentas a medida que les narran una historia, les hago notar que la foto ya tenía 6 años para cuando mi papá murió, como si en todo ese tiempo no me hubiese tomado más nunca fotos con él. Obviamente, eso no es cierto stricto sensu, pero de alguna forma es como si lo fuese y es algo que, por supuesto, me ha torturado desde su muerte.

   Lo anterior se me agrava, y he aquí el motivo original para rescatar este cuento, por el hecho de que la noche del 12 de abril de aquel fatídico 2013, exactamente un mes + 3 días antes de perderlo, mis padres y yo fuimos invitados a la boda de mi amiga y colega Raquel, quien, además de invitarnos a los tres, me escogió a mí para incorporarme a su cortejo, es decir, que sin temor a equivocarme puedo asegurar que aquella fue la ocasión en que he lucido más elegante en toda mi vida 😎.

   Entrada ya la noche, una vez en el Eurobuilding -en donde sería la recepción-, todos los invitados debíamos hacer cola para acceder al salón de fiesta, esto debido a que en su puerta había un fotógrafo encargado de registrar a los grupos que fuesen entrando. Como me había trasladado de la iglesia al hotel con mis padres, me separé de los amigos pero a poco de tocarnos el turno de posar, me di cuenta que justo enfrente iban Jorge, Diego y Ramsés, los amigos de la universidad con quienes yo compartía la mayor de las veces (todos éramos solteros obviamente); me saludaron pero, acto seguido, posaron para el fotógrafo abrazados los tres, justo en frente de mí, dándome la espalda y sin incluirme ni esperarme. Se rieron, imagino que por alguna mueca que le hicieron a la cámara, y se fueron rápido a buscar una mesa cerca de los quesos o algo por el estilo.

   Aquello me indignó una barbaridad: a los amigos que consideraba más entrañables ni les pasó por la cabeza que yo podría querer posar con ellos... Y como soy un idiota de marca mayor acosado por el mal de hípersignificar lo insignificante, en vez de decirles que ahora yo quería una con ellos, me hice el ofendido (el sentimiento fue sincero, advierto) y no sólo monté mi gran cara de culo, sino que me negué a tomarme una con mis padres, pese a las quejas del fotógrafo, que prácticamente me siguió y gritó a voz en cuello para que me devolviera a posar con quienes, imagino, se habían quedado guindados esperándome... Pero yo no regresé

   De haberlo hecho, me habría quedado para la posteridad una foto en la que saldría MUY bien vestido y flanqueado por mis dos amadísimos padres, igualmente elegantes; una imagen que es la que muy seguramente tendría hoy de avatar en todas mis redes sociales... En cambio, sólo conservo una estúpida y desagradable constatación de cómo mi propia y ridícula hipersensibilidad me arruinó un bonito y simbólico recuerdo de la que sería la última vez que la pasamos juntos los tres.

   Confieso que, desde entonces, he tratado con supremo esfuerzo de nunca más tomar decisiones intempestivas "al calor" de una pasión tan básica como la de aquella noche,  una reacción verdaderamente tonta pero que me dejó un dolor incomprensible y que no guarda proporción alguna con la falta. Algo que hasta me lleva a pedirle disculpas al lector casual que ahora lee esto y no termina de entender la importancia que llevo dándole desde hace cinco años. Imagino que sólo quería desahogarme o hacer catarsis.

   Valga acotar que no he tenido mucho éxito en eso de evitar arrecharme con los amigos por nimiedades, como podrán atestiguar todos aquellos que han estado conmigo en algún grupo de WhatsApp... Sin embargo, muchas otras veces he logrado recordar ese pequeño incidente de consecuencias emocionales tan grandes y me devuelvo a tratar de enmendar o buscar revertir mis acciones. Espero algún día lograr controlarlo y, por supuesto, espero también dejar de recordar con tanta tristeza esa foto que pudo haber sido y no fue.

Te extraño demasiado, papá. Perdóname el desplante de aquella noche y ojalá los ateos se equivoquen para que podamos vernos algún día otra vez.

11 comentarios:

  1. Es foto no tomada Sebastián ahora es infinita. La puedes imaginar como quieras, con tu papá a la derecha o a la izquierda o incluso bromeando detrás de ti y tu mamá… Lo mejor que hiciste fue no tomártela, depende de ti y de tu mamá recrearla, replantearla.

    Creo que a diferencia de muchas personas que empujan a los muertos a un mundo de olvido programado, donde sólo se les menciona en las efemérides y en alguna que otra permitida situación, tu has logrado mantener la presencia de tu papá, sus comentarios afilados, su humor y eso, vale más que una esperanza en el más allá.

    Tu papá sigue a tu lado y está feliz que, desde hoy, empieces a tomar esa foto (metáfora incluida), que te incorpores al cuadro y, de ser posible, que salga ligeramente movida.

    saludos, Iván

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  2. Sebastián, estoy segura que tu papá (y tu mamá también, puedes preguntarle) saben que tú no eres esa persona que rechazó tomarse una foto con ellos. Les has dado muchas satisfacciones y seguro les darás más, seguro que se sienten orgullosos de tí. Así que perdónate, sé compasivo contigo, no te identifiques con ese momento, no te digo que lo olvides, pero no le des más importancia que el que tiene dentro de ese contexto. Ánimo. Besitos.

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  3. Un abrazo Sebastián. Comprendo perfectamente lo que sientes. Que te quede como consuelo el hecho de que tu papá vivio cada minuto de su vida teniéndote presente. Te amaba infinitamente. Eras su apoteosis narrativa y su cotidianidad más estable.

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  4. Gracias por compartir con nosotros esta historia tan personal. Si te sirve de algo Sebas, me permite valorar más a la gente que amo. Mi único consejo, si me lo permites, es perdonarte a ti mismo. Considero que, si continuas con ese sentimiento tan nocivo de culpa, la seguirás alimentando y te dominará por completo.

    Por último, te comparto una frase que a mí me ayudó muchísimo para perdonar mis culpas personales "Cada vez que sientas el deseo de castigarte por algo del pasado, toma una pausa, respira, reflexiona y entiende que hiciste lo mejor que pudiste para el nivel de evolución que tenías en ese momento". Palabras de mi querida amiga Jacqueline Antonetti.

    ¡Un abrazo!

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    1. Por cierto es Grindel. No sé por qué no aparece mi usuario.

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  5. Qué bonito sentimiento. Del dolor al amor.

    Un abrazo, S.

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  6. Siempre he pensado que nuestros seres queridos que ya no están con nosotros nunca nos abandonan. Bueno, soy católico y creo "en la comunión de los santos", pero para los ateos como dices, se puede decir que siempre están en nuestras mentes pero de una forma extremadamente vívida que parecen estar allí. En conclusión: tu padre sigue a tu lado, háblale, él te escucha aunque no responda de la manera que deseamos. Gracias por compartirlo. Rezaré por ti y sigo pendiente de ti. Un abrazo.

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  7. Un hermoso testimonio. Muchas veces, los relatos íntimos son los mejores porque son los que nos conectan más con nuestra propia humanidad. Lamento que no te hayas podido tomar esa foto. Por eso es que yo siempre ando tomando fotos: uno nunca sabe cuando algún momento se puede convertir en un recuerdo inolvidable. En todo caso, recuerda la fe de tus padres, que es gran medida la tuya: nos veremos todos en el más allá y como dice Carlos Balladares, tú papá sigue contigo. Por ahora, sólo te quedan ahora los buenos recuerdos vividos junto a tu padre y esforzarte en lograr tus metas, las mismas que él hubiera querido ver que alcanzaras plenamente. No te desanimes y sigue adelante. ¡Un gran abrazo!

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  8. Sebas, todos cometemos errores. Uno muy frecuente es dar por sentado que nuestro seres queridos estarán a nuestro lado indefinidamente y no hacerles ver lo mucho que los amamos. Creo que todos tenemos algún episodio similar, que recordamos diciendo "si yo hubiera....". No te atormentes demasiado por eso, seguramente tu papá al leerlo te diría que no es tan importante como lo ves ahora. Lo mas importante e invalorable es que siempre lo tienes en tu corazón, en tu recuerdo y en tu mente. Él supo dejar huella en muchos, entre los que me cuento, que todavía no podemos aceptar que se haya ido tan pronto. Mis cariños para ti y para tu mamá

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