Este capítulo salió publicado el lunes 19 de octubre de 2020 por mi podcast Perípatos (que también pueden escuchar por Spotify) y en él continúo la cobertura sobre las elecciones presidenciales americanas, al tiempo que me valdré de ello para ir explicando poco a poco la historia, las características y las instituciones del sistema político de los Estados Unidos.
Esto lo digo porque hoy retomo el análisis de la contienda por la Casa Blanca, haciendo un fuerte énfasis en los modelos matemáticos y la confiabilidad de dichos modelos al tiempo que haré una fe de erratas al capítulo anterior. Sin más preámbulos, empiezo con…
1.- Encuestas y mapas
En el promedio de encuestas nacionales que actualiza diariamente FiveThirtyEight, el Presidente y candidato a la reelección, Donald Trump cuenta con un 41,7% de intención de voto contra un 52,5% a favor del ex Vicepresidente Joe Biden, resultando en una diferencia de 10,7 pts. porcentuales a favor de éste.
Mientras, en el promedio de RealClearPolitics, el Presidente Trump cuenta con un 42,4% mientras que su retador tiene 51,3%, para una diferencia de 8,9 pts. a favor de Biden.
Como ven, hay diferencias mínimas pero evidentes entre los dos estimados. Esto se debe a que, hasta donde he podido comprobar, el promedio de RealClearPolitics no es ponderado, como sí lo es el de FiveThirtyEigh ¿qué quiere decir esto? Que los primeros incluyen en su cálculo todo tipo de encuestas, sin importar su metodología, la fama del organismo que la realizó o sus inclinaciones partidistas. En cambio, la gente de Nate Silver, al igual que el equipo de Electoral-Vote, las clasifican de acuerdo a varios criterios, con algunas encuestas valiendo más que otras.
Dado que el promedio de RCP, por no discriminar, tiende a ser más conservador, aprovecharé para hacer la siguiente observación: el registro de dicha página empieza el 1° de septiembre de 2019, y cuando uno recorre las curvas desde esa fecha y hasta hoy, ve con claridad que aun cuando Biden no era sino un candidato más entre 23 demócratas y no había estallado la pandemia, la intención de voto pro-Trump nunca estuvo por encima de la de Biden. En su mejor momento, que fue en febrero, Trump promediaba 45% y en el momento en el que estuvieron más cerca, que fue en enero, la diferencia todavía era de 4% a favor de Biden. Es decir, Trump nunca ha tenido ventaja sobre Biden, ni siquiera cuando no habían empezado las primarias azules.
Esto lo traigo a colación porque una idea que ha estado circulando sostiene que, de no haber sido por el virus, Trump iba hacia una fácil reelección. Pues bien, las encuestas no reflejan ni comprueban esa idea. No quiero decir con esto que Trump no hubiese eventualmente sido reelegido, no. Lo que quiero decir es que no es cierto que todo indicaba que ganaría. Esa afirmación simplemente no tiene basamento empírico.
Ahora bien, como ya he dicho antes, lo importante son las encuestas por estados, dado que son estos los que eligen al Presidente. El mapa de Electoral-Vote muestra la misma tendencia que he estado describiendo desde que empecé la serie el 3 de agosto: Trump acumulando 182 electores contra 356 para Biden, con Fl (29), Ga (16), NC (15), Az (11) y Ia (6) siendo campos de batalla pero favorables a Biden y Tx (34), Oh (18) y Ar (6) también campos de batalla pero favorables a Trump. Pero incluso si Biden pierde todos los estados que al día de hoy aparecen como “inclinados” o “probables” para él, aún ganaría 279 electores, 9 más de los necesarios.
2.- La seguridad del modelo
A estas alturas es probable que varios de ustedes quieran preguntarme “Sebastián, pero ¿qué tan confiables son esas encuestas? Total, ya se equivocaron hace 4 años…”. Lo primero que diré es: escuchen el capítulo 21 del pasado 3 de agosto, donde explico qué pasó en 2016.
En resumen, fueron dos cosas: primero, las encuestas no se equivocaron, Clinton sí ganó el voto popular, por 2,1% de ventaja, pero perdió por muy estrechos márgenes en tres estados claves: Michigan (0,23%), Pennsylvania (0,72%) y Wisconsin (0,77%), porcentajes dentro del margen de error pero que nadie notó porque nadie se molestó en encuestar esos estados a tiempo. Los 46 electores de esos tres estados le hubiesen dado la victoria con 3 votos de más. Este año nadie ha cometido ese error: los tres estados han sido encuestados ad nauseam así como otros que todo el mundo ya sabe quién ganará, como Ma y Al.
Para cerrar este apartado: sí, las encuestas son confiables. En un buen artículo del 13 de octubre en FiveThirtyEight leí que al menos 15 encuestadoras importantes cambiaron su metodología para incluir los aprendizajes de la última elección; en resumen, el grueso de los cambio consistió en ponderar ahora a los encuestados por nivel educativo y en hacer mayor esfuerzo por conseguir respuestas, sobre todo de votantes “difíciles de conseguir”. Pero incluso si se repite el error de 2016, Biden aún ganaría los estados que Clinton perdió entonces más otros nuevos, totalizando 310 electores.
3.- Voto temprano y
sus problemas
En cuanto a los comicios, para el día de hoy, lunes 19 de octubre y de acuerdo a los cálculos del profesor Michael McDonald de la Universidad de Florida, ya han votado 28 millones de personas.
El voto temprano se puede hacer por dos vías, dependiendo del Estado: la primera es yendo físicamente a un centro de votación temprano, que a su vez puede ser en un sitio fijo o uno itinerante. La segunda opción es votando por absentee ballot, es decir, por “boleta de ausente”, las cuales deben ser pedidas previamente por los votantes a quien se las mandan por correo. Cuando se vota por este método, una vez más uno emite el voto de dos formas, dependiendo del Estado: enviando la boleta de regreso por correo o yendo a depositarla en físico a un buzón especial o a un centro de votación temprano.
De esos 28 millones de personas que ya han votado, de acuerdo al mismo profesor McDonald, 3,1 millones han sido votantes registrados como republicanos, 6,6 millones como demócratas y 12,4 como independientes. Los casi 6 millones restantes que completan la cifran han votado en persona.
Este escenario abre las puertas para un problema básico: con todas las reformas hechas por Louis DeJoy al Sistema Postal, se teme que el correo no pueda entregar a tiempo tan ingente cantidad de boletas y, dado que la mayoría de los estados, sobre todo los gobernados por republicanos, tienen leyes muy estrictas que prohíben aceptar boletas recibidas por correo en fechas posteriores al 3 de noviembre, se teme que un porcentaje considerable terminen siendo destruidas en las trituradoras apenas lleguen, sin ni siquiera haber sido abiertas.
A lo anterior debemos agregarle conflictos como el siguiente que reportó el NY Times: algunos condados de Ohio y Pennsylvania encargaron la impresión de sus boletas postales a una empresa de Cleveland llamada Midwest Direct, la cual debió haber despachado el encargo hace diez días, pero está colapsada y no lo ha hecho. Cuando los periodistas fueron a consultar a los gerentes, descubrieron una bandera pro-Trump izada en el asta de la entrada, porque resulta que los dueños apoyan al Presidente y han donado dinero a campañas republicanas en el pasado, y aunque aseguran no creer las críticas del presidente contra el sufragio postal, lo cierto es que siguen atrasados y algunas de las 30 mil boletas despachadas fueron a dar a buzones equivocados.
El Secretario de Estado de Ohio le dijo a los condados que impriman sus boletas ellos mismos o crearan planes de contingencia, pero ya faltan dos semanas exactas para Election Day, por lo que la única solución que les veo es establecer centros itinerantes para que se vote en persona, ahora bien, con el CoViD-19 teniendo una arremetida en lo que va de mes, con más de 70 mil nuevos contagios por día, es harto probable que a mucha gente le de miedo ir a votar o que más bien sean los empleados electorales, que usualmente son voluntarios de la tercera edad, los que no se presenten para cumplir su deber, retrasando todo el proceso.
En el estado que he llamado “el papá de los swing states”, Florida, de acuerdo a un artículo del Tampa Bay Times, fueron enviadas por correo 6 millones de absentee ballots, habiendo retornando ya 2 millones, de las cuales 11.637 (0,56%) han sido rechazadas. El motivo más común es “problemas con la firma”, ya sea porque al votante se le olvidó firmar el sobre o porque la firma no concuerda con la que yace en el registro del condado. En estos casos, cada uno de los 67 condados del Estado tiene un protocolo diferente, donde algunos escanean el sobre para que un algoritmo revise la firma, mientras que en otros son operarios humanos. En algunos condados llaman por tlf. al votante, mientras que en otros le mandan una carta, y así. Imagínense el caos que aguarda.
Si todo este escenario les suena familiar es porque vieron la película de 2008 que les recomendé en el capítulo 27, Recount (Jay Roach). Si no la han visto ¡¿Qué esperan?! Está disponible world wide en HBO.
4.- Fe de erratas: el senado
Recordarán que justo cuando preparaba el episodio anterior, me quedé sin luz por 6 horas exactas, por lo que debí grabar el episodio sin un guión y con los datos de memoria lo cual, por supuesto, me indujo a una tasa de errores mayor de la que me gusta tolerar, así que en este capítulo haré un inciso para corregir las imprecisiones que tuve cuando hablé del Senado.
Como dije entonces, este año toca renovar 35 curules y agrego que de ese total, 12 están ocupados por demócratas y 23 por republicanos. Electoral-Vote tiene un muy buen resumen de la contienda, sobre el que basaré mi análisis.
Los 12 escaños demócratas son, en orden alfabético, Alabama, Delawere, Illinois, Massachusetts, Michigan, Minnesota, New Hampshire, New Jersey, New Mexico, Oregon, Rhode Island y Virginia, donde todos menos uno, Alabama, un estado profundamente republicano, están completamente a salvo, con ventajas en algunos casos de hasta 20 pts. Podría agregar que en Michigan las encuestas han fluctuado un poco para darle alguna posibilidad al retador republicano, quien es buen candidato y ha dado la pelea en el pasado, pero dado lo azul que es ese estado, las probabilidades están a favor del incumbente demócrata.
En el otro bando, los 23 curules que defienden los republicanos son, una vez más en orden alfabético, Alaska, Arizona, Arkansas, Colorado, Georgia (2), Idaho, Iowa, Kansas, Kentucky, Louisiana, Maine, Mississippi, Montana, Nebraska, North Carolina, Oklahoma, South Carolina, South Dakota, Tennessee, Texas, West Virginia y Wyoming. Varios están seguros porque son estados sólidamente rojos, pero en varios que también eran sólidamente rojos o, cuando mucho, morados, es decir, estados con igualdad de fuerza entre los dos partidos, la situación ha cambiado drásticamente: estos son Alaska, Arizona, Colorado, Georgia*, Iowa*, Maine*, Montana*, North Carolina* y South Carolina*.
En el capítulo pasado les dije que daba por ganador al retador demócrata en Maine, Arizona y Iowa, con altas posibilidades también en Alaska, North Carolina y al menos uno de los dos curules de Georgia. Hoy quiero sacar a Alaska del pote pero agregar a Colorado, que era un estado que yo no sabía que está actualmente representado por un republicano, pese a que todos los demás cargos son ocupados por demócratas. Muevo entonces a Alaska al grupo que ya ocupan Kentucky, South Carolina y Texas en los que creo que los demócratas darán una buena pelea pero que al final serán retenidos por el incumbente republicano.
De esta forma, mi predicción queda de la siguiente manera: actualmente la proporción es 53 senadores republicanos y 47 demócratas. Uno de estos últimos, el de Alabama pasará a los republicanos, pero seguro 4 republicanos pasarán a las manos demócratas, con otros 2, Montana y Georgia con buen chance. Así, mi escenario más probable es que el Senado quede dividido a la mitad, 50-50, seguido muy de cerca por un una situación de 52 a favor de los demócratas.
Si ocurre lo primero, quien quiera que sea el Vicepresidente a partir del próximo 20 de enero, va a tener que votar muchas veces para destrabar la situación, y muchas legislaciones ordinarias se estancarán por semanas o incluso meses, ya que ninguno de los bandos tendrá los 3/5, es decir, los 60 votos necesarios para convocar cloture, el cierre del debate, y votar las mociones.
Esto último es un tema complejo y peliagudo que va de la mano con el asunto de la bipolarización pero que amerita un capítulo para sí mismo, el cual haré una vez hayan sido contados todos los votos y sepamos cómo quedarán distribuidos los poderes. Esperemos hasta entonces.
5.- Cierre y
despedida
Esto ha
sido todo por hoy. Solo resta decir que, en principio, para el jueves de esta
semana está programado el tercer y último debate presidencial, que tendrá el
mismo formato que el primero, lo que quiere decir que el que tiene forma de townhall meeting o cabildo abierto fue
el cancelado la semana pasada. Lástima, porque es mi formato favorito.
Sé que no
cumplí la promesa de hablar sobre la bipolarización galopante, pero porque
decidí dejarlo para una siguiente entrada que bien podría ser después de las
elecciones, y es que dicho problema no va a subsanarse con la declaración
del ganador, de hecho, lo que podría suceder es lo contrario: que empeore, así
que el tema seguirá siendo vigente.
Recuerden que pueden ser mecenas del podcast a través de mi cuenta de Patreon y Anchor o pautando publicidad en el mismo (lo cual técnicamente ya no sería mecenazgo, pero equis, da lo mismo, jaja). Compartan si les gustó y escríbanme si tienen dudas o comentarios. Me pueden buscar por eco23 en Facebook y Twitter y por s.cova en Instagram… ¡Hasta la próxima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario