lunes, 19 de octubre de 2020

Elecciones americanas 2020 pt. 9

    Este capítulo salió publicado el lunes 28 de septiembre de 2020 por mi podcast Perípatos (que también pueden escuchar por Spotify) y en él continúo la cobertura sobre las elecciones presidenciales americanas, al tiempo que me valdré de ello para ir explicando poco a poco la historia, las características y las instituciones del sistema político de los Estados Unidos.

   

Vaya semana la que transcurrió desde el último capítulo, con un polémico debate presidencial, seguido de la noticia, el día viernes, de que el Presidente Trump y su esposa se contagiaron de CoViD-19.

    Como los temas para hoy son densos, entraré de una materia, empezando por un breve análisis del debate del martes 29, enfocándome en sus efectos, para luego hablar de la situación generada por la enfermedad del Presidente.

    Sin más preámbulos, empiezo.

1.- El debate

    ¿Qué me pareció el debate? ¡Un desastre!

    Como ya les he contado varias veces, llevo estudiando el sistema político de los EEUU desde 1998, pero no fue sino hasta el ciclo de 2004 que seguí las elecciones de cerca, incluyendo ver todos los debates televisivos, tanto los presidenciales como los vicepresidenciales.

    Por favor, busquen en YouTube los debates de aquel año 2004 y los de 2012, que son los que más se acercan a la situación actual, donde uno de los candidatos es el incumbente, es decir, el Presidente en ejercicio.

    La diferencia es abismal, bárbara, dantesca… ¡Pónganle el calificativo que quieran! Para mí, la culpa se debió mayoritaria y casi exclusivamente a Donald Trump, quien constantemente interrumpió a su rival o incluso hablaba por encima del moderador, violando las normas aprobadas por su mismo comando.

    Biden pisó el peine en más de una oportunidad, respondiéndole a mitad de oración, mandándolo a callar en una ocasión e incluso, cuando ya no podía más, tildándolo de payaso y de ser el peor Presidente de la historia, lo cual, en mi opinión, fue bajarse al nivel de Trump, donde éste tiene más entrenamiento y falta de escrúpulos. Afortunadamente, fueron pocas las ocasiones y, en general, supo mantener la compostura.

    Si lo anterior los hace acusarme de sesgo a favor de Biden, bajo el argumento de que fue Trump quien dominó e impuso tanto el estilo como la agenda, les digo que no importa, porque lo que tiene peso aquí no es mi opinión, sino que esa forma de debatir no es normal en la política americana y carece totalmente de precedente histórico. Como prueba, vean el debate Vice-Presidencial de este miércoles 7 de octubre, entre dos políticos de carrera, donde les apuesto que por más que Pence sea el segundo de Trump, no dejará de ser comedido.

            En cuanto al efecto del debate sobre la contienda, les tengo una encuesta conjunta del canal NBC y el diario Wall Street Journal que resumo en:

1.    73% de los encuestados aseguró que el debate no había cambiado su intención de voto, mientras que 6% dijo que los había inclinado hacia Trump y un 19% hacia Biden.

2.    49% opinó que Biden tuvo mejor desempeño contra 24% que dio ganador a Trump, es decir, una proporción de 2:1.

3.    En la pregunta de quién tiene mejor temperamento para ser Presidente, 58% opinó que Biden y 26% que Trump, es decir, una ventaja de 32 pts.

4.    En cuanto al manejo de la economía, Biden subió de 38% a 41% mientras que Trump se mantuvo igual en 48%, lo cual le hace seguir liderando este renglón, pero ahora por menos puntos que antes, de 10 a 7.

5.    En la última encuesta realizada justo antes del debate, Biden aventajaba a Trump por 8 pts., 51 a 43. En esta, realizada entre el 30 de sep. y el 1 de oct., la ventaja aumentó a 14 pts, 53 a 39.

Ahora bien, la anterior es solo una encuesta ¿qué hay de los promedios ponderados de todas las que se publican a diario? Vayamos a las fuentes de siempre: en RealClearPolitics, donde desde que empecé a utilizarla de referencia, la ventaja de Biden había disminuido en un pto. porcentual, de 7,5. a 6,5, hoy sube a 8,5, con Biden por fin promediando por encima de 50%.

En FiveThirtyEigh la diferencia en el promedio también ha subido, de 7,2 pts. porcentuales la semana pasada a 8,2 el día de hoy, y eso es no sólo incorporando en la ecuación las encuestas post-debate sino también las post-anuncio de Trump sobre su estado de salud.

Entes de cerrar esta sección, quisiera acotar que el mood de los electores pareciera estar apuntando a que Biden es un candidato más empático que el Presidente Trump, algo que el comando de aquel ha querido reforzar con una propaganda que salió al aire la semana pasada, mostrando a Champ, el perro pastor alemán de Biden, junto al mensaje de que Trump es el primer presidente en +100 años que no ha tenido mascota (algo que a Trump le sabe, por cierto).

3.- La enfermedad del Presidente

            Ahora bien, pasemos a discutir el tema que tiene a todo el planeta en vilo, la noticia de que el Presidente tuvo que ser ingresado el viernes al hospital militar Walter Reed, en los suburbios de la capital, luego de haber sido diagnosticado con CoViD-19 la noche anterior.

            Yo no soy médico, pero si escucharon los episodios que publiqué sobre la pandemia a finales de marzo, recordarán que mi socio en este proyecto, Guillermo Garrido, sí lo es, y mejor aún, es pulmonólogo e intensivista, y trabaja en un hospital de la ciudad de Orlando, Florida, donde lleva buena parte del año atendiendo bastantes casos de CoViD-19, por lo que es una persona más que indicada para darnos alguna luz sobre lo que está pasando.

Para no perder la oportunidad, acabo de hacerle un par de preguntas por WhatsApp que oirán a continuación, seguidas c/u por sus respectivas respuestas.

            1) Guillermo, es bien sabido que la Casa Blanca tiene toda una instalación médica de primera, por tanto ¿por qué crees que tuvieron que trasladar al Presidente al centro médico militar Walter Reed?

            RESPUESTA.

            2) Entiendo. Ahora bien, los reportes y partes médicos han sido contradictorios o cuando menos, confusos, pero algo que me ha parecido quedar claro es que el Presidente recibió tratamiento con esteroides y/o Remdesivir, lo cual muchos han interpretado como prueba irrefutable de que fue puesto en oxígeno ¿Cómo interpretas tú, desde el punto de vista médico especializado, dichos reportes?

            RESPUESTA.

            Las respuestas de Guillermo nos ponen en contexto, pero les cuento que mientras me las mandaba, pasadas las 3:00 p.m., el Presidente anunciaba que dejará el complejo hospitalario para regresar a la Casa Blanca. Noticia en pleno…

4.- Las implicaciones políticas del asunto.

            Por supuesto, lo importante para los efectos de este podcast son las consecuencias político-electorales del asunto, lo cual amerita un análisis con desglose puntual, desde el escenario más benigno hasta el más grave.

            4.1 Que el Presidente se recupere al punto de que esta misma semana le den el alta y reinicie la campaña. En ese caso, lo más seguro es que saldrá diciendo algo del mismo tenor que lo dicho por su contraparte brasileña Jair Bolsonaro, sobre que la enfermedad no es más que una simple gripe y que no es para alarmarse como lo han hecho los histéricos demócratas. Eso resonará con su base, por supuesto, pero que le digan eso a quien ya perdió un ser querido por la pandemia podría incitarlos a salir a votar con las vísceras en las manos.

            4.2 Que el Presidente no empeore, pero quede debilitado al punto de no poder seguir haciendo campaña en el mes que resta hasta las elecciones. Aquí comienza a quedar en evidencia que su estrategia para con la pandemia fue equivocada y la enfermedad sí era grave (como de hecho lo es).

            4.3 Que el Presidente se agrave al punto de tener que ser ingresado en cuidados intensivos para que le coloquen un ventilador mecánico. Yo en lo personal veo a Trump resistiéndose a esta medida porque si algo ha demostrado a lo largo de toda su vida y breve carrera política es que, como buen neoyorkino, detesta ser visto como débil. Si aun así no le queda más remedio que dejarse entubar, es probable que no quiera que se sepa, pero al mismo tiempo tendría que, de acuerdo con la Enmienda #25 de la Constitución, Sección 3, escribir una carta al Senado y a la Cámara de Representantes del Congreso, informándoles que cede momentáneamente sus poderes al Vice-Presidente. Una vez más, esto transmitiría imagen de debilidad, pero si no lo hacen, imagínense la situación si se desata una crisis, de cualquier naturaleza, y el gobierno no cuenta con su Comande en Jefe para dirigirla… ¡Terrible!

En apoyo de lo anterior, les tengo una anécdota que pasó hasta cierto punto por debajo de la mesa. Resulta que el Presidente admitió por Twitter su enfermedad cerca de la media noche del jueves, pero sólo luego de que se supo que su asesora de comunicaciones, Hope Hicks, que pertenece a su círculo cercano y nunca se separa de él, estaba enferma. Después de este anunció pero antes del tweet, los corresponsales de la Casa Blanca ataron los cabos cuando notaron que la agenda electoral del fin de semana había sido cambiada. Pero la perla del trabajo reporteril fue hecha por el politólogo Tim Hogan, quien por su cuenta de Twitter informó antes que nadie la aparición en los radares comerciales del símbolo que identifica al avión Boeing E-6B Mercury de la Fuerza Aérea, sobrevolando el Atlántico cerca de Washington, al rato tuiteó de nuevo, mostrando otro E-6B en la costa oeste del país. Estos aviones son nada más y nada menos que los que ponen en contacto directo al Comandante en Jefe con la flota de submarinos atómicos repartidos por todo el planeta y cargados con ojivas nucleares. Dejar mostrar esos aviones, que normalmente no aparecen nunca en los radares de acceso público, es un protocolo establecido por la Fuezas Armadas para dejarle saber al puñado de potencias enemigas de EEUU que ni se les ocurra valerse de la situación “sobrevenida” (como diría el TSJ venezolano) para mover una pieza en el ajedrez geopolítico. Cuando esto se supo, ya no fue posible esconder más la enfermedad presidencial.

            4.4 Que el Presidente muera. En ese caso, el Vice-Presidente Pence pasaría automáticamente a ser el nuevo Presidente de los EEUU, pero ¿qué pasaría con el proceso comicial que ya empezó en muchos estados? Esto amerita otro análisis aparte.

5.- Sustitución del candidato.

            Dado que el proceso actual rompe récords históricos por ser el primero entre dos contendientes de tan avanzada edad -74 y 78- extenderé la explicación para los dos partidos, con independencia de quién sea el enfermo.

            Si la muerte o incapacidad de alguno de los candidatos hubiese ocurrido antes de la convención, ésta, en su calidad de órgano nominatorio supremo, simplemente habría iniciado una serie de rondas para escoger un nuevo candidato. Como este no es el caso y, peor aún, varios estados ya comenzaron a votar, cada partido tendría que implementar sus protocolos de emergencias, que básicamente consisten en que la directiva de cada uno escoge al nuevo candidato.

En el caso de los Demócratas, son los 447 miembros del Comité Nacional quienes escogen el nuevo candidato, pero luego de que el presidente del comité, que actualmente es Tom Pérez, redacte un informe tras haber consultado al liderazgo demócrata en el Congreso y a la Asociación Nacional de Gobernadores Demócratas.

En el caso del Partido Republicano es más o menos igual, sólo que ahí el Comité Nacional está constituido por 168 personas, 3 por cada Estado + 3 por cada uno de los 6 territorios federales, con la extravagancia de que sus votos son por delegación de acuerdo al peso de las mismas en la Convención Nacional. Por ejemplo, los tres delegados de Alaska votarían por 28 personas y no solo 3.

A título personal, estoy seguro que, de ocurrir, cada partido escogería para candidato a Presidente a quien actualmente compite ya para Vice-Presidente, es decir, Mike Pence por los republicanos y Kamala Harris por los demócratas.

Lo difícil, sin embargo, radica en que para el día de hoy ya han votado más de 3 millones de personas y si bien es harto probable que muchos, si no todos, mantendrían el voto no importa quién sea el candidato, es probable que ocurran demandas, lo que involucraría entonces a los jueces federales, quienes tendrían que decidir en cada caso particular y con apego a las leyes electorales de cada uno de los 50 Estados + el D.C. ¡Alerta de caos!

Finalmente, el escenario más engorroso de todos es si el candidato ganador muere después del 3 de noviembre, Election Day, pero antes del 14 de diciembre, que es cuando el Colegio Electoral emite sus votos, o antes del 6 de enero, que es cuando el próximo Congreso cuenta los votos electorales y certifica la elección. Para esto no hay precedente y le tocaría a los jueces nadar en lo profundo y a ciegas, pueda que incluso llegando a intervenir la CSJ, como pasó en el 2000, por lo que, una vez más ¡Alerta de caos! Liguemos que no pase.

6.- Cierre y despedida

            Hasta aquí nos trajo el río por esta semana tan convulsa y noticiosa, espero les haya aclarado las dudas y, en caso contrario, escríbanme para contestárselas en los siguientes capítulos. Mis redes son eco23 en Twitter y Facebook y s.cova en Instagram.

            Ah, por cierto, a los que se preguntan cómo queda mi predicción de la semana pasada, ahora que ya incorporé el debate y la enfermedad, pues exactamente igual: triunfo de Biden por no menos de 290 votos electorales y, añado ahora, con más de 50% del voto popular. Amanecerá y veremos.

Ahora sí cierro, pero no sin antes agradecer muy encarecidamente a todos los mecenas de Perípatos y recordarles que tú también puedes serlo, yendo a mi perfil en AnchorFM o Patreon, cuyos enlaces están en la caja de diálogo de este capítulo ¡Hasta la próxima!

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