Este capítulo salió publicado el lunes 21 de septiembre de 2020 por mi podcast Perípatos (que también pueden escuchar por Spotify) y en él continúo la cobertura sobre las elecciones presidenciales americanas, al tiempo que me valdré de ello para ir explicando poco a poco la historia, las características y las instituciones del sistema político de los Estados Unidos.
Sin más preámbulos, entro en materia.
2.- Sabato’s Crystal
Ball
El primero es la predicción de Larry Sabato, politólogo que
fundó y dirige el Centro de Políticas de la Universidad de Virginia y editor en
jefe de la página web Sabato’s Crystal Ball, dedicada a publicar análisis y
predicciones en años electorales. La “bola de cristal de Sabato”, vaya nombre
para un portal formal de una universidad seria ¿no les parece? Jeje.
En fin, para Sabato y su equipo, el mapa electoral másprobable resultaría en 269 electores para Joe Biden contra 204 para Trump, con 65 toss-ups, es decir, 65 electores de estados donde cualquier cosa puede pasar, que son North Carolina, Florida, Arizona y Wisconsin, algo curioso porque si bien Florida y North Carolina han sido estados súper pendulares este año, Wisconsin y Arizona no.
Ojo: es cierto que Arizona ha sido sólidamente republicano
desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y que Wisconsin votó por Trump en
2016, pero desde marzo de este año, han publicado 29 encuestas sobre Arizona y
Biden ha liderado en todas menos en dos, en una ambos aparecían
empatados y en la otra, la más reciente, gana Trump por sólo un punto
porcentual.
En el caso de Wisconsin, igualmente desde marzo han sido
publicadas 36 encuestas y en todas resulta ganador Biden, con una sola, de
mediados de marzo, que dio empate, hecha por la Universidad Baldwin Wallace,
una encuestadora nueva y sin experiencia. En esas 35 encuestas que lo dan
ganador, la ventaja de Biden ha estado por arriba del margen de error en 25,
todas ellas desde mediados de abril.
Esas encuestas no aseguran tajantemente un triunfo de Biden,
pero considerando que 269 electores es apenas un voto menos de los 270 necesarios
para ganar, creo que es seguro, según su modelo, dar ganador al demócrata.
3.- El método
histórico de Allan Lichtman
Lo otro que me pareció digno discutir es la publicación de
un análisis hecho, no por un politólogo ni ningún otro científico social, sino
por un historiador, llamado Allan Lichtman quien, en 1981, desarrolló un modelo
basado en claves históricas antes que en data estadística, análisis de la comunicación
política o la campaña.
Sin caer en rivalidades profesionales o gremiales, luego de
leer una
buena entrevista que le hizo el diario argentino InfoBae y algunas
investigaciones hechas por mi cuenta en Internet, debo decir que su
“predicción” me parece más una curiosidad, que una guía rigurosa y, sobre todo,
confiable.
Su modelo, diseñado junto al geólogo y matemático ruso
Vladimir Keilis-Borok, parte de que toda elección presidencial es siempre un juicio
sobre el desempeño del gobierno de turno, donde la gente entonces vota para
premiar o castigar. Estudiando todas las elecciones desde 1860 hasta la de 1980,
determinaron la existencia de 13 claves que revelarían a tiempo dicho juicio, alegando
haberlo comfirmado al predecir todas desde entonces, salvo la del 2000.
Según Lichtman, si un gobierno tiene no menos de 8 de estas
13 claves a su favor, el partido en el poder gana, pero si tiene en contra apenas
6, pierde y gana la oposición. Este año, Trump tendría en contra 7, es decir, debería
perder.
Al modelo le veo 2 defectos: primero, que es altamente
subjetivo. Por ejemplo, una de las claves es determinar si el incumbente es
“carismático”, algo muy difícil porque eso opera al interior del seguidor y no
es objetivamente cuantificable con escalas o cuestionarios de selección simple,
además, habría que ver cuál es la definición del término que está operando ahí,
porque según Weber, Trump sería carismático por haber ganado las elecciones, en
vez de perderlas por no serlo, como evidenció el cambio de los republicanos
luego de su triunfo.
El otro fallo, para mí, es que Lichtman asegura haber
probado su modelo con todas las elecciones presidenciales del pasado + las de
1984 al presente, pero eso es un exabrupto porque, primero, una “predicción” ex
post facto no tiene mérito y en las de 1984 para acá, todas estuvieron
definidas meses antes, salvo 2, la del 2000, donde falló, y la de 2016, donde
acertó. Al final, su modelo merece mención y debate, pero no es como para
tomarlo muy en serio. Recuerda a esa gente que, sin saber nada de política,
mucho menos la de EEUU acertaron en vaticinar el triunfo de Trump en el ‘16, pero
antes de eso, cada vez que yo les pedía explicación, no me la sabían dar,
reconociendo que era más “un feeling”.
Ahora bien,
algo que sí rescato es lo que dijo Lichtman cuando el periodista argentino le
preguntó sobre si está seguro que Trump perderá, y que voy a leer textual desde
la página de InfoBae:
Estoy seguro de
mi predicción, pero hay dos cosas que me mantienen despierto por la noche, que
están más allá del ámbito de mi vaticinio, de las encuestas y de cualquier
pronóstico. Una es la supresión de votantes. La base republicana está compuesta
por tipos blancos como yo, que son la parte del electorado que se está
achicando. No es posible fabricar más tipos blancos, pero sí se puede tratar de
suprimir el voto de la creciente base demócrata, compuesta por minorías y por
jóvenes. Hemos visto a Donald Trump, al fiscal general William Barr y al
Director del Servicio Postal, Louis DeJoy, haciendo todo lo que está en su
poder para que votar sea lo más difícil posible para las minorías y para los
jóvenes. Cualquier predicción depende de que la elección sea libre y justa. Eso
me preocupa. Lo otro que me inquieta es la intervención rusa. El director del
FBI, Christopher A. Wray, dijo hoy que los rusos regresaron. Una vez más,
apoyan a Donald Trump. Esas dos cosas realmente me mantienen despierto por la
noche. No tanto porque puedan falsar mi predicción, sino porque amenazan el
futuro de la democracia estadounidense. Las democracias son frágiles y no nos
damos cuenta de eso.
4.- Los debates
Como tema de la semana había pensado hacer una explicación
con la historia y mecánica de los debates presidenciales, pero la mecánica ya
es por todos conocida y basta ver un debate para entenderla. En cuanto a la
historia, sólo vale la pena mencionar que el primer debate televisivo ocurrió
en 1960, entre Kennedy y Nixon, no hubo en 1964 y Nixon se negó rotundamente a
participar en los que le fueron propuestos en 1968 y ’72, quizá por el mal
recuerdo del de 1960.
Los debates volvieron en 1976, cuando los patrocinó la League of Women Voters, “Liga de
Votantes Mujeres”, quien los organizó hasta 1987, cuando los dos
partidos dominantes se pusieron de acuerdo para crear la Comisión de Debates
Presidenciales, instancia que ahora hace todo pero que no invita a candidatos
de terceros partidos o les pone requisitos muy altos, como tener un sostenido
15% de preferencia en al menos 5 encuestas, algo que, por supuesto, ha
sido duramente criticado, lo que a los dos grandes partidos les ha importado un
pito.
De los debates, usualmente el que más impacta es el primero,
sin embargo, mi favorito es el que suele ser 2° o 3° y que tiene formato de
cabildo abierto, en donde los candidatos responden preguntas hechas
directamente por el público asistente (previamente súper filtrado, por
supuesto). Como más allá de esto no hay mucho qué agregar, prefiero aprovechar
el día para revelar ya mis primeras predicciones personales, mías de mí, a 5
semanas de las elecciones.
Tema de la semana: mi predicción
Al día de hoy, lunes 28 de septiembre de 2020, caeteris paribus, es decir,
manteniéndose todo igual, sin que pase algo como que uno de los candidatos se
muera o le publiquen un video matando niños, pronostico que Joe Biden ganará en
todos los estados que conforman el Bluewall,
el muro azul que han ganado todos los candidatos demócratas desde 1992 y que,
contando el D.C., son 16, de entrada ganando 196 votos (de 270 necesarios para
ganar).
Seguidamente, apuesto la casa que Biden también ganará los
Estados de Colorado, New Mexico y Virginia, tres estados que si bien en el pasado
habían sido pendulares y campos de batalla, desde 2008 se han vuelto
sólidamente demócratas, tendencia confirmada por todas las encuestas publicadas
este año. A ellos les sumo New Hampshire y Nevada, dos estados de poco peso electoral
que también han sido demócratas en las últimas tres elecciones pero que han
estado algo cerrados en las encuestas de este año. Combinando sus 37 electores
a los otros 196, me da 233 electores.
Por el otro lado -e igualmente hasta el día de hoy- creo que,
pese a que han sido grandes campos de batalla que estuvieron pendulando mucho
de un lado a otro, al final Donald Trump ganará los 54 electores de Georgia y
Texas. Adicionalmente, en las últimas semanas, han ocurrido cambios muy
drásticos en los estados de Florida, North Carolina y Ohio. En el primero,
Florida, que parecía estar en la bolsa de Biden al principio del verano, justo
cuando inicié esta serie, en las últimas semanas se ha cerrado hasta caer en un
virtual empate, mientras que en ese mismo período parece estarse manifestando
una muuuyy ligera y fina ventaja a favor de Biden en los otros dos, North
Carolina y Ohio, pero prefiero ser cauto y mantenerlos fuera de cualquier
pronóstico.
Finalmente, pronostico que Biden reconquistará los 3 estados
que hasta 2016 también conformaron el muro azul pero que en ese año fueron
ganados por Trump: Michigan, Pennsylvania y Wisconsin, que aportan un total
combinado de 46 electores. Total: 279 electores, 9 más de los necesarios para
ganar en el Colegio Electoral. Es decir, que al día de hoy, doy a Joe Biden
como ganador de la presidencia, incluso por más ventaja, porque me atrevo a
decir que los 11 electores de la históricamente conservadora Arizona, también
votarán por él. Es decir, que pronostico no menos de 290 votos electorales para
Joe Biden CAETERIS PARIBUS, es decir, si no pasa nada radicalmente diferente.
¿Qué es para mí lo que podría o tendría que pasar para
hacerme cambiar este pronóstico? Pues bien, como ya dije al comienzo, mañana
martes tendrá lugar el primero de los cuatro debates y no descarto que tanto
Khamala Harris, pero más probablemente Joe Biden tengan un desempeño bochornoso
que siembre fuertes dudas sobre sus capacidades para dirigir el país.
Sin embargo, aunque dije que no lo descarto, debo
también decir que lo veo bastante improbable; en el caso de Harris, porque ella
cuenta con más de veinte años de exitosísima experiencia como fiscal de distrito
y estadal y, más recientemente, de senadora federal, por lo que sus habilidades
argumentales y orales están más que probadas. En el caso de Biden, si bien
desde joven fue famoso por su proclividad a meter la pata en los discursos o
debates, y a que ya había pasado a retiro debido a su avanzada edad, por lo que
no estaba buscando el cargo y sólo se postuló cuando la plana mayor del partido
lo convenció de ser el único que en todas las encuestas daba la pelea, lo
cierto es que en lo que va de año, ha tenido, en general, un buen desempeño en
los debates de primarias, cabildos y demás apariciones en público, aguantado la
mecha de la campaña.
Alguien podría decirme que tanto Trump como Pence también
podrían tener un desempeño bochornoso y hundirse, sin embargo, opino que aunque
Trump esté abajo en el promedio nacional de encuestas por un margen de 7-8%,
con un techo de 42-43%, también es cierto que ha tenido a lo largo de todo su
gobierno un piso de 39-41 y que su base parece ser a prueba de balas, al punto
de que nada que haga o deje de hacer el Presidente merme su confianza en él,
sintiéndome tentado a calificarla de fanática, al menos un 35 de ese 42%.
La prueba de esa invulnerabilidad es ver cómo nada cambió
pese a la retahíla de escándalos que han salido a la luz pública nada más en el
período de tiempo transcurrido desde que empecé la serie el pasado 3 de agosto,
cuando faltaban exactos tres meses para la elección. Sólo por nombrar tres, tenemos:
1) la negativa de los republicanos de acordar con los demócratas un nuevo plan
de ayuda económica para las personas que perdieron el empleo por la pandemia,
2) la publicación del libro del legendario periodista Bob Woodward, donde Trump
confiesa haber mentido para disminuir la gravedad de dicha pandemia,
publicación que fue acompañada con los audios de las grabaciones del periodista
-y que ni Trump ni su comando han tildado de fabricadas, dicho sea de paso- 3)
la publicación el día de ayer, domingo 27, de un artículo de investigación del
diario New York Times que revelaba por fin el monto de lo pagado por Donald
Trump en impuestos federales en diez de los últimos 15 años: cero (0) dólares +
sólo $750 en 2017, su primer año de gobierno.
Dejé por fuera el artículo del Atlantic, en donde el autor
afirmaba que Trump no había querido ir el año pasado a rendir tributo a los
soldados caídos en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial por
considerarlos suckers & losers
(perdedores y tontos) porque ese artículo sí lo rebatió Raimundo y todo el
mundo, de Trump para abajo, incluida su esposa, que rara vez se ha metido en el
barro estos últimos 4 años.
Ustedes dirán que muchos de estos [supuestos] “escándalos”
no son más que chismes basados en declaraciones anónimas o que han sido culpa
del partido o del Senado y no del Presidente, pero es que en el pasado,
cualquier chisme o traspié de una magnitud muchísimo menor a cualquiera de
estos, había sido capaz de descarrilar por completo campañas prometedoras. Para
confirmarlo, hagan las siguientes búsquedas en Google: Barry Goldwater y Daisy ad, en 1964; Michael Dukakis y tank photo, en 1988; George Bush y read my lips: no new taxes en 1992 y
finalmente, John Kerry y Swift Boat
Veterans for Truth en 2004. Cuatro casos donde un solo evento ha sido
señalado como el que inició la desgracia de campañas que hasta entonces
punteaban en las encuestas o tenía serias posibilidades.
De tal forma, pongo todo el peso y presión de los debates en
los demócratas, que al fin de cuentas son los retadores. Ya para el próximo
capítulo podré tener una idea más definida y clara del efecto que tuvo y
tendrán estos en los números, hasta entonces, este es mi pronóstico.
5.- Cierre y
despedida
Esto ha sido todo por hoy, espero no haber puesto mi
reputación en juego, pero aun así, recuerden lo que he dicho desde el comienzo
de la serie: en política, una semana es mucho tiempo y para las elecciones aún
faltan 5, es decir, una eternidad. Si no pasa nada realmente rocambolesco,
mantendré firme mi pronóstico, pero advierto que lo cambiaré si entra en escena
algo realmente game changer, algo que
patee a la mesa… ¿Qué será? Imposible saberlo, ni yo ni nadie puede predecirlo,
sólo lo sabremos cuando ocurra. Sé que esto no es lo que quieren escuchar, pero
es lo más responsable y sincero que les diré.
Gracias por haberme escuchado hasta el final, recuerden que el podcast ha sido posible gracias a la contribución de los mecenas, que siguen llegando y que tú puedes ser uno de ellos ya sea por Anchor, Patreon, PayPal o mediante anuncios publicitarios… ¡Hasta la próxima!
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