domingo, 5 de agosto de 2012

La familia contra el deporte (y el arte)


Cada cuatro años nos quejamos públicamente de nuestro bajo rendimiento deportivo y le echamos la culpa a todo: que si el Estado, primero y principal por supuesto, y porque desde 1936 nos encanta que sea el que nos haga todo (por tanto, es culpable cuando las cosas no funcionan), pero también se señalan el bajo nivel organizacional, el déficit de infraestructura, la falta de patrocinio y pare usted de contar.

Yo voy a contribuir, claro está, pero tomando una postura que pocas veces (por no decir nunca) le he visto asumir a nadie:
La verdadera causa del bajo rendimiento deportivo venezolano es... La familia: en este país nadie concibe al deporte como una profesión. El deporte es un pasatiempo, un hobbie, y ya. Sirve para darle disciplina a los muchachos, tener a los niños ocupados fuera de la casa. Pasados los 18, queda para distraernos los fines de semana, para mantenernos sanos quemando grasa, drenar el stress... ¡Y ya!

Pero a la familia venezolana promedio, desde las clases bajas y hasta las altas (sobre todo a éstas) le resulta inconcebible que, cumplidos los 18 y terminado el colegio, los chamos prefieran el deporte antes que irse a la educación superior a buscar un título universitario o su equivalente. Llegan a caerle encima a todo joven que se proponga dejar los libros para dedicarse a la actividad física.

Claro, no es esto nada más, hay que estar claros que en Venezuela faltan capitales, recursos, instituciones e infraestructura, por supuesto, pero en ningún país del mundo todo eso creció en los árboles. Todos los recursos que hacen falta para un alto nivel deportivo (o artístico) aparecen como respuesta a una demanda social, nunca antes.

Si en los EEUU, por citar un ejemplo, hay estímulo al deporte (patrocinio, organización, infraestructura, etc.) es porque hay fuerte demanda. "Demanda" en el sentido de “mucha gente queriendo dedicarse a eso de forma plena”, como actividad central, esto es: como profesión. Y como el deporte no rinde frutos al principio, en esta primera estapa es crucial el apoyo familiar...

...y las familias venezolanas son buenas, cariñosas, solidarias, todo lo que, en un arranque de emociones, nos gusta atribuirle ¡Pero NO conciben el deporte como algo más que un pastiempo!

Lo mismo pasa con las artes: joven que quiera dedicarse a la pintura, la danza, la música, etc., dispara de inmediato las alarmas de su familia. Desde mi primer curso he tenido alumnas que me cuentan cómo sus familias llegan a decepcionarse de ellas por no dedicarse a los estudios y preferir el espectáculo. Tuve una que me contó una vez que había oído a sus padres, con lágrimas, decirle a su hermano “¿qué hemos hecho mal’ ¿Por qué nos hace esto?” sólo porque ella lo que quería era bailar y no seguir estudiando (ella, por supuesto, tuvo que quedarse en la Universidad y ya se regularizó, pero comenzó siendo mala estudiante simplemente porque no le interesaba). Y es que hasta ahora, lo único que las familias criollas parecen haber finalmente aprendido a tolerar y hasta a promover es modelaje/actuación/animación... ¡Y eso de vaina! (puse a la actuación, el modelaje y la animación -esto es, animación de eventos y programas- pegados con "slashses", como una misma palabra, porque esas profesiones se fusionan en nuestro país: toda actriz es modelo, locutora, novia de la madrina, vedette, etc.)

Sí, hay excepciones: Rubén Limardo nos acaba de contar cómo su familia fue crucial, pero justamente por eso es el único oro en 44 años y sabemos que no es lo normal. Todavía hay mucho rezago, prejuicio o incluso hasta tabú.

Sí, las familias venezolanas ya aceptan el diseño gráfico como una opción de estudio ¡Incluso meterse a chef es digno de caché! …pero porque hubo, entre otros, un Sumito Estévez que demostró que la cocina también podía generar fama y fortuna, dicho a la venezolana: se respeta y da plata (y Sumito tuvo que empezar estudiando Física en la Universidad de Los Andes antes de dedicarse a -o descubrir- su verdadera vocación).

Alguien me dijo en Twitter (donde comencé estas ideas) que no es ninguna “demanda social” de nada lo que hace a los gringos tan competitivos, sino que allá el deporte es todo un negocio. Es cierto, pero como dije, el negocio llega después y el primer beneficiario de eso es el atleta dedicado, el que sueña con ser profesional. Justamente lo que necesitamos.

Los comerciantes, promotores, agentes, anunciantes, políticos, publicistas, burócratas, proxenetas… son los que necesitan a la gente deportistas pro, para invertir en ellos y así enriquecerse. El negociante necesita gente queriendo deporte, no al revés. Aquí también hay comerciantes queriendo enriquecerse con deportistas y políticos queriendo fotografiarse con ellos, pero si estos abandonan al cumplir los 18, los capitalistas y burócratas no los pueden obligar, no pueden quitárselos a sus familias.

Me proponen que lo que hace falta es prender la “chispa nacionalista”. Yo no creo que sea crucial, menos aún en una sociedad libre (China puede hacerlo, Corea, Cuba) porque esa fórmula se ha intentado ya y nada (verbigracia Chávez), pero no sirve porque a las familias les sabe a mierda la nación a la hora de criar a sus hijos. No por apátridas, todo lo contrario, sino que a todos nos enorgullece un logro nacional, pero cuando se tiene que comer, el nacionalismo no paga.

Una cosa más: el status cuasi-sagrado que posee la familia en nuestro país es tal, que seguro muchos leerán esto y dirán "no, no... El problema es otro".

2 comentarios:

  1. Es muy cierto lo que dices, verídicamente cierto. Coincido contigo en un 100%...

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  2. Muy de acuerdo, pero no coincido en un 100%.
    Uno de los factores que motiva a las familias estadounidenses a apoyar a sus hijos en el deporte es porque este paga sus estudios universitarios y no se ven obligados así a dejar los libros como lo dices aquí, además que el dejar los estudios frenaría el desarrollo profesional de la persona después de su gloria deportiva, pues el deporte no paga pensión.

    Y aunque sé que no es mayoría también se debe evaluar casos de padres que no aprueban el deporte como profesión precisamente porque saben que en este país la organización e infraestructura no son suficientes para un profesional de alto nivel internacional, y más si hablamos de deportes poco conocidos. Lo que quiero decir es que debe ser una evolución mutua y simultánea, a medida que se mejore la estructura habrá más apoyo familiar y mientras este crezca será mayor el nivel de organización. No podemos dejar que la familia venezolana tradicionalmente cerrada a este tema, lo acepte de la nada.

    Lamentablemente el deporte no se perfila como un punto importante a desarrollar por este gobierno, es por esto que el deportista venezolano si quiere ser profesional debe abandonar el país, casi todos lo hacen, el mismo Limardo vivió en Polonia (y hasta le tocó comer cable por allá). Solo el sentido nacionalista es el que nos hace tener deportistas de élite, el apego de estos al considerar a Venezuela su país, y no el que realmente le ha permitido desarrollar sus talentos deportivos, es lo que hace que quieran representarnos en eventos como los Juegos Olímpicos, así que también considero que la chispa nacionalista ha influido en el deporte y deberá seguir haciéndolo.

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