Hace exactamente cuatro años escribí
un análisis preelectoral que envié a todos mis contactos, donde preveía lo
que finalmente fue una contundente
victoria de Obama por 7,2% de ventaja en el voto popular y 35,7% en el
Colegio Electoral. Todo parece indicar que dicha victoria, un poco menos contundente
esta vez, se repetirá hoy martes 6 de noviembre. Veamos por qué:
Lo primero: en los EEUU tiene vigencia, por
motivos históricos que ahorita no viene al caso explicar, un sistema electoral bastante
sui generis, en el cual el Presidente
es electo de forma indirecta por una institución llamada Electoral College, la cual
está compuesta, según la
Sección 1° del Artículo II de la Constitución de 1787 por “un número igual
al número de Senadores y Representantes al que [cada] Estado tiene derecho de
tener en el Congreso”, electos “en la manera en que la Legislatura [de cada
Estado] disponga”. Como son 435 Representantes y 100 Senadores (más los 3 votos
electorales a los que la Enmienda
#23 de 1960/1961 le dio al D.C.), la cantidad de personas que eligen al
Presidente son 538 Electores. Para ganar, por tanto, hay que conquistar la
mitad + uno de los mismos (es decir, 270).
Ahora bien, fíjense que en el articulado de
la Constitución dice que cada elector será escogido por los estados “en la
manera en que su Legislatura disponga”. Dicha amplitud de criterio -propia de
un Estado Federal- se ha traducido, con el paso de los más de 200 años
transcurridos desde la primera elección de 1789, en un proceso en donde cada
Estado decidió otorgar sus electores por la técnica del winner take all: el ganador se los lleva todos. Eso quiere decir
que, si en un estado concreto, compiten 10 candidatos y uno de ellos gana por
una mera pluralidad del 30% y con apenas un voto de diferencia para con su
rival más cercano, ese afortunado ganador se llevará todos los Electores al que
dicho Estado tiene derecho en el Colegio Electoral.
Como todos los estados tienen dos senadores
y al menos un representante, lo mínimo que puede valer cada uno en el Colegio Electoral
son tres votos o, si quieren hacer el símil deportivo, 3 puntos. Así,
actualmente, ocho estados valen 3 pts., cinco estados valen 4 pts., tres
estados valen 5, seis valen 6, tres valen 7, dos valen 8, tres valen 9, cuatro
valen 10, otros cuatro valen 11, uno vale 12, otro vale 13, otro 14, otro más
vale 15, dos valen 16, uno 18, dos valen 20, otros dos valen 29, el penúltimo
vale 38 y el más poblado de todos, California, vale él solito la bicoca de 55
electores (o puntos, como veníamos llamándolos).
Esta disparidad tan grande en el peso de los
estados, sumado al altísimo costo que demanda una campaña electoral en la que,
por no haber ningún reglamento ni órgano coordinador central, las compañas
comienzan dos años antes y se mantienen hasta el día mismo de la elección, hace que los candidatos sigan una estrategia muy
bien planificada, donde lo común y lógico es no malgastar tiempo en Estados que
se dan ya por ganados o por perdidos.
Para que se den una idea de la magnitud de lo
descrito arriba, presten atención a este mapa de la campaña Bush vs. Kerry de
2004:
Hagan click para agrandar) |
En el mapa superior, cada manito representa
una visita hecha por alguno de los dos contrincantes (este estudio no toma en
consideración los candidatos de partidos diferentes al Demócrata o
Republicano). En el mapa inferior, cada símbolo $ representa un millón de dólares gastados en publicidad para
televisión. Como podrán darse cuenta, el esfuerzo de los candidatos se limitó a
un puñado de estados. California fue visitada dos veces (probablemente una vez
por cada candidato) y New York una sola vez. Y eso seguro porque fueron a
buscar contribuciones de Hollywood, Silicon Valley y Wall Street. Pero en
ninguno de esos se molestaron en gastar lo recaudado para comprar cuñas por
televisión ¿Por qué? Porque Bush sabía que no iba a ganar ni California ni New
York, mientras que Kerry sabía que los ganaría él, así que ambos se dijeron why bother?
Para ser exactos, lo más seguro es que
ninguno de los dos dijera eso porque ninguno de los dos se planteó el hacerlo.
Y es que si
observan estas tablas de Excel con los resultados históricos entre 1900 y
2008, verán que desde hace 20 años, los demócratas han ganado siempre en un
total de 19 estados, mientras que los republicanos lo han hecho, fijo y sin
interrupciones, en otros 13. Desde los años ‘60s, el voto demócrata cada vez se
concentra más y más en las grandes y populosas ciudades de las costa noratlántica,
toda la costa del Pacífico y la rivera de los grandes lagos; mientras que el
voto republicano sigue en una inexorable marcha hacia la ruralización (ver mapas).
Voto por condados. 1992 |
Voto por condados. 2000 |
Voto por condados. 2004 |
Voto por condados. 2008 |
Si tomamos los 19 estados en que los demócratas no han dejado de ganar desde 1992 -que son California (55), Connecticut (7), D.C. (3), Delaware (3), Hawaii (4), Illinois (20), Maine (4), Maryland (10), Massachusetts (11), Michigan (16), Minnesota (10), New Jersey (14), New York (29), Oregon (7), Pennsylvania (20), Rhode Island (4), Vermont (3), Washington (12) y Wisconsin (10)- y decimos que se comportarán igual esta vez; y luego hacemos lo mismo con los 13 estados que por estos veinte años han votado republicano -que respectivamente son Alabama (9), Alaska (3), Idaho (4), Kansas (6), Mississippi (6), Nebraska (5), North Dakota (3), Oklahoma (7), South Carolina (9), South Dakota (3), Texas (38), Utah (6) y Wyoming (3)- tenemos que Obama parte con una ventaja histórica de 242 electores, contra sólo unos 102 en el bolsillo de Romney.
¿Es legítimo y seguro este procedimiento?
Empiezo por admitir que en la ciencia política no hay nada garantizado, pero la
Historia -esa gran empirie que para
la politología hace las veces de lo que la naturaleza significa para la
biología o la sociedad para la sociología- ofrece un sendero que las
encuestadoras han corroborado: si ven el mapa
que está al inicio de Electoral-Vote.com en su actualización de ayer
domingo, 4 de noviembre, y deslizan el mouse
por encima del mismo, verán que en 11 de los 13 estados que listé como seguros pro-Romney,
la ventaja que las encuestas le dan a éste sobre Obama es mayor a los 10 puntos
porcentuales, y de entre 5 y 9 por ciento en los restantes dos (esto según el
promedio que el autor del blog hace con el lote de encuestas que va recibiendo
a lo largo del año).
De los 19 estados históricamente
pro-demócrata, en 14 la ventaja de Obama sobre Romney supera los 10 puntos
-incluyendo los muy significativos California y New York-, en 4 varía entre 5 y
9 y sólo en uno, Wisconsin, está por debajo de 5.
Esto quiere decir que Obama está a sólo 28
electores de distancia, mientras que Romney a 168. La pregunta: ¿cuán probable
es que Obama consiga esos 28 antes de que Romney alcance su mucho-más-difícil-meta?
Pues bien, durante esos mismos 20 años transcurridos desde 1992 hasta el
presente (que equivalen a cinco elecciones presidenciales), Clinton (en 1992 y
de nuevo en 1996), Gore (2000) y Obama (2008) ganaron Iowa (6) y New Mexico (5)
y Clinton, Kerry y Obama ganaron New Hampshire (4). Es decir, que en cuatro de
cinco, los demócratas aseguraron un total de 15 votos electorales, y las veces
en que perdieron, lo hicieron por un solo punto porcentual ¿Puede Obama
ganarlos otra vez? New Mexico, con su gran población de latinos (43,6%, según Wikipedia,
que toma los datos del censo de 2010) se inclina fuertemente hacia los
demócratas o, al menos, fuertemente en contra de los republicanos, que se han
vuelto el partido del nativismo anti-inmigración. Iowa y New Hampshire están
peleados, pero si vemos este par de gráficas (Ia y NH),
notamos que la tendencia general es que, por más que cerrada, la tendencia
evidente está a favor de Obama.
Esto nos daría la siguiente cuenta: 242 + 15
= 257. Obama está aún a 13 electores ¿De dónde sacarlos? Pues bien, Obama ganó
Florida en 2008 (51 a 49) y resulta que ese estado aporta 29 electores. Si
Obama lo gana, puede darse el lujo de perder en todos aquellos que no sean los 19
Estados que los demócratas consideran como suyos desde 1992. Sin embargo, como
podemos ver en esta otra
gráfica, el Estado está muy cerrado, demasiado cerrado como para poder
asignárselo a algún bando, por lo que lo más responsable sería no jugar a
Nostradamus y exceptuarnos de hacer ahí cualquier predicción.
Enters
Ohio & Virginia! Dos estados
súper peleados desde el último ciclo electoral. En Ohio -que vale 18 electores-
la tendencia de las encuestas durante los
últimos tres meses, le dan a Obama una ventaja promedio de 3 puntos, cifra
que si bien está dentro del margen de error, puede considerarse confiable
debido que ha sido una constante durante el año en todos los estudios de
opinión. En cuanto a Virginia, un estado que desde 1968 ha votado por los
republicanos, en 2008 y por los motivos que especifiqué en el decimo octavo
párrafo de mi
análisis de hace cuatro años, se ha comenzado a tornar demócrata.
Si Obama gana Ohio, lo cual es probable,
además de New Mexico, Iowa y New Hampshire, lo cual es más probable aún, queda
5 electores por arriba del mínimo para ganar. Si pierde Ohio pero gana
Virginia, queda exactamente montado en los 270 que requiere para el triunfo.
¿Qué pasa con Romney? Que él partió,
digámoslo así, con la Historia en su contra, ya que los estados que tiene
asegurados, esos que han votado republicano en 5 de 5 elecciones, son todos,
con la excepción de Texas, muy rurales y despoblados, por lo que le reportan
sólo 102 electores. Luego tiene otros seis estados -Arizona (11), Georgia (16),
Indiana (11), Montana (3), North Carolina (15) y Virginia (13)- donde los candidatos
republicanos del pasado ganaron en 4 de 5 ocasiones. De esos seis, yo me
atrevería a sacar Virginia, dado que la veo más inclinada a votar por Obama que
por Romney (aquí la
evolución durante el año).
Ahora bien, ustedes podrán decir “un
momentico, Sebastián ¿Cómo es eso de que Romney parte con ‘desventaja
histórica’, si Bush Jr., que es republicano, ganó dos veces seguidas, la última
tan reciente como 2004?”. Pues bien, dejemos las encuestas y los números de
lado para atacar este asunto desde una perspectiva más cualitativa.
Quien conoce un poco tanto la sociedad
americana como su historia, más por los libros y por Internet -que es como la
conozco yo- que por visitas en físico -que es como la conoce la mayoría
de los venezolanos que dice saber sobre ese país, que viajan para allá casi exclusivamente a Miami, Orlando y
New York, y si no es por trabajo, por lo general para visitar parientes, comprar
ropa y divertirse en parques temáticos- sabrán que el sur del país es, en su
mayoría, pobre, tradicional, poco industrializado, con escaza diversidad étnica
-salvo por los guetos negros- así como rural y muy, muy, muy conservador, pero
no conservador al estilo católico, sino al estilo evangélico, de esa ascética
ética calvinista que puede llegar a ser pedante o hasta fanática a los ojos de
los católicos, los laicos y los agnósticos de la América Latina y de Europa.
Partiendo de esta premisa sociológica, más bien deberíamos extrañarnos que en varios
estados del Sur, los demócratas -que actualmente son vistos como el partido a
favor del aborto, los matrimonios gay, las restricciones al porte de armas, los inmigrantes y la
intervención del Estado en la economía- hayan ganado algunos estados simbólicos
de la región en dos de cinco elecciones desde 1992 para acá. Pero eso se debió
a que el candidato presidencial de entonces fue Bill Clinton, quien es sureño y
había sido un popular gobernador, durante unos 12 años, del también sureño
estado de Arkansas. Para más colmo, Clinton escogió como compañero de fórmula
al entonces senador Al Gore, quien representaba al estado de Tennessee, estado
también sureño, también pobre y también conservador. Ese “mucho con demasiado”
resonaba a los viejos buenos tiempos en que el partido demócrata era un partido
cuya base fundamental era el llamado Solid
South (lean más sobre eso aquí),
algo muy tentador para el orgullo sureño como para pelárselo y no votar por
ellos.
Idos Clinton y Gore de la Casa Blanca, y
retornado el partido al control de los “elitescos” y costeros damn liberal (versión moderna del
decimonónico damn yankee que tanto signó
el odio del derrotado Sur contra el industrializado Norte) la región se inclinó
por el empresario petrolero tejano George Walker Bush, ex-gobernador de Texas
(el estado más grande del Sur) agradable hombre sencillo y, por sobre todo, good Christian.
En realidad, Bush ganó en 2000 por el
estrechísimo margen de 271 electores, más que todo gracias a que Gore perdió
Florida por piches 537 votos, pero como ese estado valía entonces 25 electores,
Bush se alzó victorioso, pese a que a nivel nacional había perdido por 543.895
votos menos que Al Gore (el cuento completo lo tiene fantásticamente
resumido la Wikipedia). Cuatro años después y Atentados del 11 de Septiembre y Guerra en Irak de por medio, Bush logró la reelección en unos
comicios centrados en la política exterior, con una campaña donde, con técnicas
de “guerra sucia” atribuidas a Karl Rove, jefe de campaña de Bush (caso las
propagandas del Swift Boat
Veterans for Truth), los republicanos lograron pintar a Kerry como un tipo
incapaz de conducir bien una guerra. Logrando así la indiscutible victoria,
esta vez con una ventaja de 3.012.166 votos populares a nivel nacional y modestos,
pero cómodos, 285 votos electorales.
Volviendo al hilo central del análisis,
Romney sólo podría contar, seguro, con 181 electores, sumando todo el sur salvo
Florida y los estados de las praderas que están entre el río Missouri y las Montañas
Rocosas. Los 89 electores que le faltan, tendría que sacarlos de entre la
siguiente lista de Swing States o
“estados péndulos”; esto es, estados que
nadie puede predecir con certeza por cuál partido votarán y que históricamente
se han movido, como un péndulo, de una corriente a otra, dependiendo de
circunstancias coyunturales o accidentes organizacionales (como en Florida
2000). Estos son: Colorado (9), Florida (29), Missouri (10), Nevada (6), North
Carolina (15), Ohio (18) y Virginia (13).
Ya dije que Florida está muy peleado este año y no me
atrevo a asignárselo a nadie. Missouri se ha vuelto cada vez más republicanos y
podemos contarlo a favor de Romney. Colorado y Nevada, pese a que uno es un
estado campestre pero libertario -donde las causas demócratas como fumar
marihuana y proteger los bosques son populares- y el otro es el estado donde quedan
Reno y Las Vegas -no comments-, son
también estados que, por su proximidad a Utah, la capital de la Iglesia de
Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (i.e. Iglesia Mormona), tienen una vasta población de activos
creyentes y acólitos de dicha religión, por lo que se han ganado el honroso
placer de recibir muchísimas visitas de los candidatos y millones de dólares en
propaganda. Romney apuntando a los mormones y Obama a los mexicanos. Ahora
bien, recordemos que ya dije, varias veces, que Virginia y Ohio los doy por
descontado para Obama y, con ese par de estados, juntos o separados, Obama ya
gana.
Amanecerá [transcurrirá el día, votarán,
oscurecerá, cerrarán los centros, contarán los votos] y veremos. Si siguen las
elecciones por CNN International,
verán acontecer una vaina brutal, algo que deberían transmitírselo en vivo y en
directo a todos los cuartos y hasta los baños de las casas de las cuatro
rectoras chavistas del CNE, esas que viven asegurando en público y sin
vergüenza alguna, que el sistema electoral venezolano es la quinta verga de Triana
más arrecha que hay en el mundo. Uds. verán a Wolf Blitzer pararse al frente de
una pantalla gigante en el estudio sede el Situation
Room, la cual mostrará un cronómetro que parpadeará los segundos que faltan
para que cierren todos los centros de votación del estado que estén cubriendo
en ese segmento y dirá, al instante de finalizada la cuenta regresiva, “en ‘equis
Estado’, CNN da como ganador a fulano”.
Todo afirmado sobre la base única y exclusivamente de exit polls (encuestas a boca de urna). Si la cosa está muy cerrada
en el estado en cuestión, dirá la frase “too close to call” y pasará a cubrir
otra entidad. Pero mientras los periodistas y sus invitados comentan pendejadas
irrelevantes tal y como hacen los comentaristas deportivos mientras transmiten
un juego, CNN pondrá unas gráficas al fondo de la pantalla donde irán cargando,
en vivo, el resultado del conteo oficial en cada uno de los estados que ya
cerró sus centros puntualmente, desde 0 y hasta el 100 por ciento (Fox News
también lo hace, por cierto, sólo que me gusta más verlo por CNN).
Florida queda en la costa este, pero su
territorio se extiende a lo largo de dos husos horarios (sí, huso horario se
escribe con “h”, no arruguen la cara). Por lo que coincide con el cierre de
Ohio. Si dan Florida para Obama, pueden apagar el televisor e irse acostar,
incluso sin haber esperado saber qué pasará en el resto del país. La zona de
los grandes lagos, con la excepción de Indiana, más toda la costa oeste, están
en la bolsa para Obama. Sin Florida, es game
over para Romney. Sin embargo, es posible que Florida sea uno de esos
Estados que Blitzer nos desilusione con un apático “too close to call”, así que
el thriller político se extenderá por
unas 2 a 4 horas más, hasta que terminen de contar los votos al punto de una
tendencia irreversible. Mientras eso pasa, es harto probable que llegue la hora
de cerrar California y ahí, con lo que ya se sepa de Iowa, New Mexico,
Colorado, Nevada, New Hampshire y, sobre todo, North Carolina, Virginia, Ohio y,
finalmente, Florida, sabremos cual de los dos candidatos hablará primero para
concederle el triunfo al otro: el que estará esperando en Massachusetts o el
que espera desde Illinois.
Espero les haya sido ilustrativa esta reseña
que yo quería hacer corta, pero que, como de costumbre, se me extendió y
remonté a siete -¡Siete!- páginas de Word en Arial 12… *suspiro*
Una última cosa: nunca, jamás le hagan caso
a la prensa común que saca titulares donde dicen “Según Rasmussen, Romney aventaja
a Obama a nivel nacional por 2%” o “Según Gallup, Obama va ganando por 3%”. Por
algún extraño y retorcido motivo, los periodistas que escriben los cables de
agencia que los medios de comunicación venezolanos compran y transcriben sin
ejercicio crítico alguno, parecen desconocer que en los EEUU, la presidencia se gana por estados y
votos electorales ¡No por votos nacionales como en el resto de los
países presidencialistas del mundo!
En azul: los países que, al menos formalmente, son democracias presidenciales (click para agrandar) |
Aquí se muestran los caminos a la Casa Blanca
ResponderEliminarhttp://www.nytimes.com/interactive/2012/11/02/us/politics/paths-to-the-white-house.html