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Uno de mis conflictos existenciales con la forma de arte que más adoro, el cine, es el
hecho de que una gran cantidad de películas -quizá incluso la inmensa mayoría- son
adaptaciones de obras literarias. Esa característica me molesta debido a que la
narración escrita tiene una estructura significativamente distinta a los de la
narración audiovisual y depende de herramientas de otra naturaleza.
Un libro puede
matear en una sola oración lo que al lenguaje audiovisual le cuesta un mundo
transmitir y hacer entender. Pongamos por ejemplo cada uno de los libros de
Harry Potter, en los que los protagonistas se enfrascan en una aventura a
todo lo largo del año escolar. Son siete libros, son siete años, que comienzan cuando
Harry acaba de cumplir 11 y terminan cuando está a punto de cumplir los 18. Dado
que sus peripecias transcurren al mismo tiempo que son alumnos de una escuela
para magos, la narración necesita transmitirnos la sensación de que el dichoso
año escolar está corriendo y se les vienen los exámenes encima, con total independencia
de las fuerzas oscuras que los niños creen los acecha entre un salón de clase y
otro. Para ello, muchas veces a J.K. Rowling le bastaba con decir algo así como
“Después de aquel Halloween, no supieron más del asunto, por lo que lo dieron
por superado y siguieron con sus clases hasta las vacaciones de Navidad”…
¡Presto! De un solo plumazo adelantó la historia un mes y medio y nos dio a
entender que la vida había seguido business as
usual.
Pongo el ejemplo “harrypotteriano”
precisamente para contarles lo que sentí cuando salté de las películas de Harry
Potter (que fue por donde comencé a disfrutar de ese universo) a los libros de los que no eran más que meras adaptaciones. Estos avanzan
la historia tan bien y desarrollan a los personajes y sus dramas de una forma
tan rica y divertida, que las películas se me hicieron poco menos que insulsas
desde entonces y las veía casi más por obligación que por verdadera
expectativa. Ya lo había aprendido cuando estudiaba biología: todo paso de una
forma de energía a otra, genera pérdidas irrecuperables (la famosa entropía).
Haciendo el atrevido símil, veríamos cómo es que, al pasar de una narración escrita a otra
visual, algo de la esencia
original de la historia se perderá, resultándonos en una obra de inferior
calidad.
Esta “norma” tiene
excepciones, por supuesto, pero se cumple con una regularidad a prueba de dudas.
Si volvemos al caso Harry Potter, he de decir que la única de las versiones
fílmicas que sentí superior a su libro matriz -y no en todo- fue la tercera,
que hacia el final contiene toda una porción de trama en la que la película me
resultaba y sigue resultando mejor lograda que en el original negro-sobre-blanco.
Me refiero a Harry Potter and
the Prisoner of Azkaban (2004), dirigida por el genial realizador mexicano Alfonso Cuarón.
Dos años después, Cuarón hizo otra
adaptación, esta vez la de la novela Children
of Men, drama de ciencia ficción en la que alguna plaga desconocida deja
estéril, en sólo meses, a toda la humanidad, conduciéndola a un estado de histeria
colectiva totalmente apocalíptica. Dicha película, que de inmediato se
convirtió en una de mis favoritas del subgénero distópico, me lanzó a unos
siete largos años de melancólico anhelo por una nueva obra de tan creativo
genio.
La espera valió la
pena como pocas veces en la historia, porque su nueva película, Gravity puede ser calificada,
con todas las de la ley, como una perfecta obra de arte, absolutamente meritoria
de ser incluida entre las mejores películas de todos los tiempos. Veamos por
qué.
Como
ya he dicho antes, cine es la
abreviación de “cinematografía”, que quiere decir “escribir con imágenes en
movimiento”. Si en los textos nos echan un cuento narrándonoslo con letras,
teniendo nosotros que imaginarnos todo, el cine nos lo muestra suceder ante
nuestros ojos, provocando en el cerebro unas reacciones fisiológicas de
naturaleza distinta a las que son producto de la imaginación. Si, según como yo
lo veo, cuando la historia a narrar es originalmente pensada para ser
proyectada y no leída, el resultado es una montaña rusa emocional equivalente a
consumir una buena dosis de alguna droga bien fuerte: *PUM* …directo a las
neuronas “sin pasar por go”.
La historia de Gravity es la mar de simple: un par de
astronautas se quedan a la deriva en la órbita terrestre al sucederse la
potencial peor pesadilla del programa espacial, el síndrome Kessler,
un accidente que si bien no ha ocurrido todavía la primera vez, todos los
expertos temen que pase tarde o temprano si seguimos llenando de basura la
estratósfera. Según cálculos, puede ocurrir que las partículas de un objeto
hecho estallar en plena órbita, podrían salir disparadas a tal velocidad, que reventarían
a los satélites circundantes, provocando una reacción en cadena en la que las
nuevas partículas van a ir a su vez generando más y más y más, al punto de se queden dándole
vueltas al planeta durante varias décadas, por lo que no podríamos entonces lanzar de nuevo nada al
espacio, quedándonos sin telecomunicaciones por un buueeen tiempo.
En tan dramática
situación ¿qué puede importarle a la humanidad el destino de dos especialistas
abandonados a su suerte? Si hemos de creer aquello de que la sociedad no es más
que la suma de todos los individuos que la componen, entonces la aventura de un
solo individuo bien puede reflejar la de la humanidad entera. Eso es lo que nos
cuenta Cuarón en Gravity, utilizando
casi exclusivamente lenguaje visual, sin que por ello deje de estar cargado
exquisitamente de un montón de referencias, representaciones y subtextos que
apelan directamente al inconsciente colectivo.
Por todo lo
anterior, Gravity es en el fondo un
film pensado y realizado para ser disfrutado en salas de cine, de las más
grandes de hecho (IMAX) y no para ser vista en televisores, tabletas o
teléfonos inteligentes, que es como cada vez más y más vemos las películas hoy en
día. Así, además de ser un film explícita e implícitamente sobre el espíritu
humano, la voluntad de vivir y el drama de morir y volver a nacer, en este
mundo o en el que sea, la obra de Alfonso Cuarón es también y magistralmente, una
oda al cine por el cine y a través del cine mismo, en la que se vale de todos
los recursos que el séptimo arte ha desarrollado a través de su siglo-y-pico de
historia pero sin caer en las nostalgias que miran hacia atrás para lamentarnos
del mundo que hemos perdido (caso The
Artist). Gravity mira hacia
adelante con optimismo, por más que a todo lo largo de la historia y de nuestras
vidas caigamos en la desesperación o en la tentación de dejarnos morir.
Para más colmo,
Cuarón quiso ser lo más científicamente exacto que le fuese posible, por lo que
todo este drama transcurre en la misma cantidad de tiempo que le tomaría a los
escombros espaciales completar una órbita (90 minutos) y ambientado únicamente
con los sonidos que se transmiten a través del cuerpo de la única protagonista
que tiene la historia. Si ella no toca nada, no escucharemos nada, ni siquiera
cuando todo se esté haciendo pedazos, estallando justo delante de sus (nuestros)
ojos. Por ello, es entonces la música la encargada de hacer las veces de
efectos sonoros y en eso también la obra del mexicano se eleva como una de las
películas más perfectas jamás realizadas.
Como de lo que se
trata es de impactar por las imágenes, de nada vale que siga yo aquí
describiéndoselas en pobres letras ¡Hay que verla y punto! Lástima que una vez
que completó su tour mundial por las salas de cine, la única forma de volverla
a disfrutar sea a través de los medios caseros que están matando al cine tal y
como lo conocimos a lo largo de todo el siglo XX.
Mi voto IMDb: 10/10.
POST SCRIPTUM:
Creo que debido a lo bien hecha que le quedó a Cuarón esta película, en Internet circulan con resistencia a entrar en razón un grupúsculo de ideas que la atacan argumentando que "no es para nada apegada a las realidades de la física".
*suspiro* ...me pregunto ¿en dónde estaban estos implacables críticos, tan apegados a la más absoluta y dura de las ciencias, cuando fueron estrenadas Avatar o Star Trek o Gattaca o Contact o Jurassic Park o The Terminator o Planet of the Apes? Dios mío ¡ni hablar de Star Wars! (por cierto, ni se les ocurra entonces ver Her).
Dado a que mis estudios de biología quedaron inconclusos, no me considero un científico natural, por lo que dejaré a los verdaderos expertos en el área emitir sus opiniones. Las citas que verán abajo conducen a un enlace, hagan click en ellos para leer (in English) los comentarios de varios científicos:
POST SCRIPTUM:
Creo que debido a lo bien hecha que le quedó a Cuarón esta película, en Internet circulan con resistencia a entrar en razón un grupúsculo de ideas que la atacan argumentando que "no es para nada apegada a las realidades de la física".
*suspiro* ...me pregunto ¿en dónde estaban estos implacables críticos, tan apegados a la más absoluta y dura de las ciencias, cuando fueron estrenadas Avatar o Star Trek o Gattaca o Contact o Jurassic Park o The Terminator o Planet of the Apes? Dios mío ¡ni hablar de Star Wars! (por cierto, ni se les ocurra entonces ver Her).
Dado a que mis estudios de biología quedaron inconclusos, no me considero un científico natural, por lo que dejaré a los verdaderos expertos en el área emitir sus opiniones. Las citas que verán abajo conducen a un enlace, hagan click en ellos para leer (in English) los comentarios de varios científicos:
- "My general principle is that it doesn’t bother me when filmmakers have to bend reality to tell a great story. But I can’t stand it when they get the details wrong out of laziness, or produce films that make no sense.". Dicho por un astrofísico de Ain't It Cool News
- "Cuarón has stated that Gravity is not always scientifically accurate and that some liberties were needed to sustain the story. 'This is not a documentary' Cuarón said. 'It is a piece of fiction'." Compilado en Wikipedia.
- "For the most part, the film does make an effort to follow the laws of physics as realistically as possible, even down to the depiction of no sound in space.". Publicado en la IMDb
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