Este capítulo salió publicado el lunes 21 de septiembre de 2020 por mi podcast Perípatos (que también pueden escuchar por Spotify) y en él continúo la cobertura sobre las elecciones presidenciales americanas, al tiempo que me valdré de ello para ir explicando poco a poco la historia, las características y las instituciones del sistema político de los Estados Unidos.
En el capítulo de hoy retomo la cobertura de las elecciones americanas porque, como imagino que ya saben, el día viernes 18 de septiembre murió la Juez suprema Ruth Bader Ginsburg, de 87 años de edad y que había sido postulada por Bill Clinton en 1993.
Cómo se escogen los miembros de la Corte Suprema de Justicia y qué impacto puede tener en las elecciones presidenciales será el tema de la semana, pero antes de eso, repasaré brevemente las encuestas de hoy, 21 de septiembre.
1.- Encuestas y mapas
La primera noticia a reportar es que hacia el final de la semana pasada, la distancia entre los candidatos en los promedios ponderados de RealClearPolitics y FiveThirtyEigh se redujo en aproximadamente un punto porcentual, comenzando a aumentar otra vez durante el fin de semana.
Dicho cambio, sin embargo, no alteró el modelo de la gente de Nate Silver, donde se siguen reduciendo las probabilidades de Trump, que ya van por 22% lo cual, ojo, sigue siendo un número relevante (implica casi ¼ de chance) pero si recordamos que había arrancado con 29%, es claro que está perdiendo terreno.
El mapa de Electoral-Vote sigue dándole a Biden más electores de los 270 necesarios, pero ahora por menos votos: 334, 19 menos que los 353 de la semana pasada, esto debido a que los estados pendulares de Georgia, North Carolina y Ohio han seguido basculando de un lado a otro.
En el guión de este capítulo había incluido un par de predicciones adicionales, las del politólogo Larry Sabato y el historiador Allan Lichtman, pero ambos análisis me hincharon demasiado la duración del episodio, por lo que quedarán para después. Por lo que ya, al regreso, el tema de la semana: la C.S.J.
Tema de la semana: la Corte Suprema de Justicia.
Dado que los eventos están en pleno desarrollo y, para más colmo, a mi este fin de semana me tocó la lotería de la rinitis alérgica, que casi me saca de circulación, este especial lo haré de una forma que podría llamar esquemática, donde expondré de forma libre, pero breve, una serie de talking points:
- La Juez del Supremo Ruth Bader Ginsburg era, como dije al inicio, todo un ídolo liberal y feminista, amén de una sensación mediática.
- Ser o no un ídolo, no implica que debe ser reemplazada por alguien de la misma ideología.
- ¿Quién elige a los jueces de la Corte Suprema? Aquí comienza la cosa a ponerse candela, porque de acuerdo con la Constitución (Artículo II, Sección 2, Cláusula 2), los jueces federales los designa el Presidente pero con el advise & consent del Senado ¿recuerdan la película que recomendé en el capítulo anterior y que lleva por título precisamente esa expresión? Pues bien, ese es uno de los poderes más importantes del Senado: aconsejar y consentir los tratados y nombramientos del Ejecutivo. Todos.
- Al mismo tiempo, esa es también una de las potestades más importantes pero, curiosamente, menos conocidas del Poder Ejecutivo. Fuera de EEUU casi nadie lo sabe e incluso dentro del país pocos están enterados que los jueces son nombramientos presidenciales.
- Ahora bien, en la tradición anglosajona, desde Inglaterra hasta Australia, tiene mucho valor la búsqueda del consenso político, fenómeno que está, junto con otros, en la raíz misma de su envidiable y longeva estabilidad.
- Una de las formas por las que se buscaba y aún busca garantizar ese consenso es a través de una regla semiformal, es decir, sin rango constitucional o tan siquiera legal, pero muy valorada, que le exige al Senado el voto de 3/5 de sus miembros presentes para cerrar el debate sobre cualquier resolución que se busque aprobar, sea ésta un proyecto de Ley o un nombramiento presidencial.
- Esos 3/5 no son los necesarios para aprobar la moción, sino los necesarios para cerrar el debate y pasar entonces, ahora sí, a votar la moción.
- Cuando no se ha cerrado el debate, los senadores pueden hablar desde el hemiciclo del Senado por el tiempo que les dé la gana, como en la película clásica de Frank Capra que les recomendé en el último capítulo.
- Lo anterior ha provocado que muchas mociones que no cuentan con el aval de al menos 3/5 de los senadores, ni siquiera son presentadas ante el pleno para su discusión, porque se sabe de antemano que quienes estén en contra, procederán a dar discursos eternos con la intención de bloquear el voto, práctica conocida como filibuster o “filibusterismo”.
- Otras medidas utilizadas para garantizar el consenso era la de las llamadas Blue Slips, un término que no tiene traducción ni equivalente directo en castellano pero que se refiere a unas notas de aprobación que tenían que dar los Senadores cuando se buscaba aprobar un nombramiento judicial en donde el juez a escoger tendría jurisdicción en su Estado.
- Medidas como las anteriores existían para tratar de lograr un mayor grado de consenso entre las distintas facciones políticas que operan e influyen a nivel nacional. Sin embargo, en lo que va de siglo y como resultado de la creciente polarización, han ido siendo poco a poco dejadas de lado por una política más confrontacional de mayorías simples, como la que domina los procedimientos de la Cámara de Representantes, donde el partido que esté en minoría tiene muy poco poder real, por no decir ninguno.
- Los EEUU tiene un total de 874 jueces federales, contando los 9 que, de acuerdo a la Ley vigente, conforman la Corte Suprema. Todos estos jueces carecen de límites temporales y pueden ejercer su cargo mientras tengan “buen comportamiento” y hasta que mueran o decidan jubilarse.
- Gracias a la eliminación escalonada de los procedimientos parlamentarios consensualistas, la Administración Trump se sitúa en el top 10 de los presidentes que más jueces federales ha nombrado durante su mandato, sólo superado -en orden- por Reagan, Clinton, Obama, Bush jr., Carter y Nixon, lo cual no es raro, porque todos ellos gobernaron más semanas de las que lleva gobernando Trump, quien, sin embargo, ya superó el récord de Franklin Roosevelt, quien gobernó más semanas de las que ha gobernado y gobernará cualquier otro Presidente. Al día de hoy, Trump ha nominado -y el senado ha confirmado- 216 jueces federales.
- Desde una decisión de la Corte Suprema de Justicia que tuvo lugar en 1803, llamada Marbury v. Madison y que está considerada la sentencia judicial más importante en la historia republicana del país, los jueces federales tienen algo que han dado en llamar “revisión judicial”, que se refiere a la potestad de un juez o corte de declarar nula cualquier ley, federal o estadal, que consideren contraria a la letra y espíritu de la Constitución.
- Mucho se ha debatido sobre la validez de tal principio, pero lo cierto es que fue gracias a él que importantes cambios sociales pudieron ser luego implementados, precisamente mediante otras sentencias judiciales, como las que acabaron con la segregación de las escuelas o las que permitieron los matrimonios interraciales, el aborto y el matrimonio igualitario.
Ahora bien ¿qué tiene todo esto que ver con la elección presidencial? Pues lo siguiente: en febrero de 2016 murió el Juez Supremo Antonin Scalia, posiblemente el juez más conservador de la segunda mitad del s. XX y que era para los republicanos lo que Ginsburg para los demócratas. Como ya había hecho en dos oportunidades, Obama designó un sucesor, sin embargo, el vocero de la mayoría republicana, Mitch McConnell, alegó que “no se debe nombrar miembros de la Corte Suprema en años electorales y que mejor era esperar a que el pueblo se expresara en las urnas”.
El argumento de McConnell, respaldado en pleno por su partido, carecía totalmente de fundamento ya que en la historia del país, 14 Presidentes de 45, es decir, 1/3 del total, nombraron 21 jueces para la Corte Suprema en años electorales, algunos incluso habiendo perdido ya la elección y durante lo que se conoce como lame duck session del Congreso, es decir, las últimas semanas de la legislatura antes de que entren los nuevos congresistas.
McConnel
simplemente aplicó una política de fuerza: “te lo niego, porque puedo y punto”…
Pero ¿por qué? ¿por qué abandonar la tradición anglosajona de búsqueda del
consenso en post de lograr, mediante mayoría simple, una nominación alegando
precedentes totalmente inventados? La respuesta radica en que el reemplazo de
Scalia por un presidente Demócrata supondría cambiar el balance que había
dominado a la Corte Suprema desde Nixon, de 5 conservadores contra 4 liberales,
a lo exactamente contrario, y como los jueces están en el cargo de por vida y
para entonces, todo parecía indicar que Hillary Clinton sería la nueva
Presidente, el temor de más jueces liberales en el futuro cercano, hasta un
eventual 6-3 u 8-2, se convirtió en la pesadilla de los republicanos.
Es este el punto
en donde entran en juego las consideraciones político-electorales: en EEUU existe
un bloque de votantes de tamaño considerable, muy bien organizado, que
constituye la base de la moral coalition,
es decir, la base de votantes del GOP, este grupo, que son los evangélicos,
fuertes en el Sur pero presentes a todo lo largo del país, son un single-issue group, es decir, un bloque
de votantes a quienes mueve un único tema: la eliminación del derecho a
abortar.
Como dicho
derecho fue garantizado a nivel federal por la sentencia Roe v. Wade del año
’73, están convencidos de que si se nominan jueces auténtica y verdaderamente
conservadores, eventualmente estos emitirán una sentencia que revierta la que
ellos tanto detestan.
No importa que
desde 1973 para acá, haya habido más semanas de gobiernos republicanos que de
gobiernos demócratas (según mis cálculos, al menos 1380 contra 1043), la idea
es llenar eventualmente la Corte de 9 jueces conservadores que, ya en total
control, acabarán con el crimen del aborto, y ajenos al hecho de que revertir
Roe v. Wade no repenalizaría la práctica, sino simplemente le devolvería ese
derecho a los Estados, por lo que el aborto muy probablemente seguiría siendo
legal en California y New York, pero no en Texas y Florida.
Es harto
probable entonces, que lo que los republicanos están intentando entusiasmar es
precisamente el voto evangélico, incluso al costo de quedar como unos
hipócritas que no se aplican a ellos mismos lo que le aplicaron a Obama hace 4
años e incluso arriesgándose a perder algunos curules por eso mismo.
De ocurrir este
escenario, algunos ya están hablando de que si los demócratas conquistan la
Casa Blanca y el Capitolio, deberían cambiar la ley para que la Corte Suprema
pase a tener más de 9 jueces, nombrando ellos la diferencia, algo que, estuvo a
punto de intentar Franklin Roosevelt a finales de los años ‘30s, luego de que
el Poder Judicial de entonces le revirtiera muchas de sus políticas económicas para
enfrentar a la Gran Depresión, algo que sí aplicó el chavismo venezolano en
2004, por cierto, cuando subió el número de magistrados supremos de 20 a 32.
Pero ya sea que
Trump y McConnel se salgan con la suya e impongan un balance conservador de 6-3
que luego se pase los próximos 4 años anulando las leyes de un eventual
Ejecutivo y Legislativo demócratas, o que estos, hartos, modifiquen el número de
Jueces, subiéndolo a 11, 13, 15 o 51, lo cierto es que la principal víctima es
el prestigio del Poder Judicial, al quedar como una mini-legislatura de añejos potentados
no-electos y vitalicios… ¡Terrible!
5.- Cierre y
despedida
Esto ha sido todo por hoy, pero como es costumbre, no quiero despedirme sin dejarles una noticia menor pero de sumo interés: y es que las elecciones empezaron ya.
En Minnesota, Virginia, South Dakota y Wyoming ya se puede votar, no por correo sino en persona, a través de centros de votación ad hoc que pueden ser itinerantes o en lugares fijos previamente designados. A estos cuatro estados poco a poco se les irán sumando más hasta completar los 50 a finales de octubre.
Es importante aclarar que estos votos ya se consideran emitidos y no pueden ser cambiados, por más que el votante se arrepienta o tenga segundas opiniones, lo que quiere decir que quienes están votando son personas ya convencidas que no cambiarán, pase lo que pase. Pero de todo esto, para mí lo más impresionantes es que, como en muchos de esos estados, los votos no se cuentan sino hasta Election Day, por más que hayan sido emitidos un mes antes o hasta más, proceden entonces guardarlos hasta ese día… ¡Increíble ¿verdad?! *suspiro*.
Y ahora sí esto ha sido todo por hoy. Muchas gracias a los mecenas de Perípatos a través de Patreon, Anchor y PayPal. El próximo capítulo pienso dedicarlo al tema de los debates presidenciales, ya que el 29 de septiembre tendrá lugar el primero… ¡Hasta entonces y que tengan una feliz semana!
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