Este capítulo salió publicado el lunes 14 de septiembre de 2020 por mi podcast Perípatos (que también pueden escuchar por Spotify) y en él continúo la cobertura sobre las elecciones presidenciales americanas, al tiempo que me valdré de ello para ir explicando poco a poco la historia, las características y las instituciones del sistema político de los Estados Unidos.
Esto porque el día de hoy quiero
hacer algo diferente, aprovechando que la carrera por la Casa Blanca se ha
vuelto el evento más estable de lo que va de año. Y es que, al día de hoy, como
todas las semanas desde que empecé esta tercera temporada, la diferencia en el promedio
nacional de encuestas sigue fija en unos 7-8 puntos porcentuales a favor de
Biden.
Lo mismo ocurre con el mapa electoral,
donde Biden sigue promediando 350 electores, con los estados pendulares de siempre,
Florida, Georgia, North Carolina, Ohio y Pennsylvania -a los que se sumó este
año Texas- variando de una semana a otra con valores que caen dentro del margen
de error.
Lo único que hallo relevante
mencionar en este respecto es que en los cuatro estados donde las protestas -y
subsiguientes enfrentamientos- han sido más enconadas, a saber Minnesota,
Washington, Oregon y Wisconsin, hasta ahora las encuestas no reflejan ningún
cambio favorable a Trump, y cuando digo “ninguno” es que ni siquiera se han
acercado, pero es que nada, cero, en lo absoluto, conjunto vacío…
Películas para aprender
De tal forma, quisiera aprovechar
este respiro para hacer un capítulo diferente, buscando responder a las
solicitudes de esos escuchas que no se interesan por la política o los EEUU y
que echan de menos la temporada anterior, en la que lo que más hice fue reseñar
películas.
Pero ojo, lo anterior no
quiere decir que el capítulo de hoy no tendrá nada que ver con el sistema
político americano y sus elecciones presidenciales. No, simplemente quiero
valerme de la oportunidad para elaborar algo que hasta la fecha sólo había
mencionado de pasada, quedándome siempre con las ganas de contarles más…
…y ese más es una lista de películas que recomiendo para analizar y comprender el sistema político de los EEUU, desde su base y hasta las más altas magistraturas.
Por supuesto, la labor es titánica porque muchísimas películas de Hollywood están impregnadas de pequeños elementos políticos que muchas veces pasan por alto al ojo u oído no entrenado, pero cuya innegable presencia enriquecen las obras dándole un sabor o textura adicionales.
Tal es el caso de algunas de las
películas más populares de lo que va de siglo, las de súper héroes, como las
tres películas sobre Batman que hiciera Christopher Nolan entre 2005 y 2012, donde,
especialmente en la segunda -considerada la mejor, por cierto- de pasada oímos
a Bruce Wayne hablar del “recientemente electo fiscal de distrito”, o a éste
último recibir quejas del Comisario Gordon por haberle investigado a sus
policías, siguiendo el balance de poderes y después al mismo Gordon
advirtiéndole al Alcalde que “llegó la hora de pedirle al Gobernador que mande
a la Guardia Nacional”. Y así a todo lo largo.
Mejores aún son los elementos
políticos en las películas de Star Wars,
pero en las 6 de su creador original, George Lucas, cuya formación inicial fue en
antropología y es un asiduo lector de historia universal. En dichas seis
películas, pero sobre todo en las precuelas de 1999 a 2005, los personajes hablan
constantemente de muchas instituciones
públicas o, más genial aún, sobre las repercusiones políticas de sus acciones.
De hecho, agrego que algunos de los mejores diálogos políticos que he visto en
película de fantasía alguna -y de casi cualquier otro género- están en los
Episodios II y III, Attack of
the Clones (2002) y Revenge
of the Sith (2005).
Pero aunque, como cabría esperar,
Lucas y Nolan tomaron la inspiración para sus guiones de la experiencia política
que más conocen, la cual es, naturalmente, la americana -por ejemplo, en
Episode II, la República Galáctica se divide y entra en guerra civil cuando
unos sistemas estelares se separan para constituir una Confederación, algo evidentemente
copiado de los Estados Confederados de América- al final eso sólo le da mayor
densidad pero no sirve para aprender nada concreto, son trivias que sólo captan
los más nerds.
Sin embargo, hay otro lote de películas cuyas tramas giran, esas sí, en torno a eventos meramente políticos, muchas veces históricos y cuando no, son tan reales y plausibles, que nadie puede acusarlas de falsas o imposibles. Sobre esas películas hablaré hoy, ordenándolas por temas, como hacen en CineFix, que es uno de mis canales de YouTube favoritos.
1.- Películas sobre
socialización política:
La política comienza una vez que salimos de casa y tenemos
que enfrentarnos a un mundo de extraños, y el primero de esos mundos extraños
es el colegio, donde se realiza el grueso de nuestra socialización secundaria
(es decir, donde aprendemos a tratar con gente que no sea nuestra familia
inmediata).
En los EEUU ese medio de
socialización cubre las primeras nociones de política práctica, algo que se ve
fenomenalmente en Election
(Alexander Payne, 1999), que trata sobre una elección para el gobierno
estudiantil en un liceo público de Nebraska, contado desde el punto de vista
del profesor de cívica encargado de organizarlas. La película la protagonizan Matthew
Broderick y Reese Whiterspoon, y es buenísima, porque Payne es un gran director,
de mis favoritos, de hecho.
2.- películas sobre
activismo de base y la conquista de derechos:
La política existe para defender
derechos y libertades, lo cual demanda bastantes cantidades de activismo de
base por grupos altamente organizados que se fijan objetivos claros.
Las películas que más suelen
mostrar este tipo de movimientos son las de grupos minoritarios y/o de
marginados políticos, que además están siempre basadas en casos reales.
Entre los ejemplos hallamos dos
películas de HBO que son virtualmente idénticas, Iron Jawed Angels (Katja von
Garnier, 2004), sobre las sufragistas que consiguieron la enmienda que
garantizaba el voto femenino a comienzos del siglo XX, y The Normal Heart (Ryan Murphy,
2014), sobre los grupos gays que prendieron las alarmas en NYC cuando la
epidemia del SIDA en los años ‘80s. También tenemos la oscarizada Selma (Ava DuVarney, 2014), sobre
el derecho de voto para los negros, pero en este apartado, para mí la mejor
representación de lo que implica y puede lograr una organización de base es Milk (Gus Van Sant, 2008),
protagonizada por Sean Penn en una memorable actuación que le valió su segundo
Oscar.
Esta película cuenta la historia
de Harvey Milk, líder del movimiento gay de San Francisco durante los años
‘70s, quien pasara de dueño de bar a ser el primer político abiertamente gay en
ser electo para un cargo público en todo el país.
3.- Películas sobre
cabildeo y grupos de presión:
Una vez que
estos grupos organizados se han acoplado a los sistemas políticos, comienzan con
el tiempo a querer influenciar directamente para que se legisle y gobierne a su
favor. Esto, que en español se llama cabildeo y en inglés se llama lobby, lo realizan de forma profesional
firmas de expertos o empresas especializadas a las que se contrata para
promover causas específicas, en una forma equivalente a la de los bufetes de
abogados en temas jurídicos.
Este fenómeno
alcanza en EEUU cotas únicas en el mundo, por lo que en décadas recientes ha recibido
muchas críticas muy duras. En el cine suelen mostrarlo películas que buscan
condenar la práctica, como Casino
Jack (2010), centrada en la corrupción de unos cabilderos reales, lastimosamente
esa es algo mediocre. Otras caen en fantasías revanchistas y altamente absurdas,
como Miss Sloane (2016),
que raya en la ciencia ficción y no debe ser tomada en serio.
Pero nada como Thank You for Smoking (Jason
Reitman, 2005), que vi en el cine y que es “otra vaina” porque muestra con
genial ironía las triquiñuelas del cabildeo sin caer en discursos tontos ni
héroes sin capa. La protagoniza Aaron Eckhart, en el papel de un ficticio
cabildero al servicio de la industria tabacalera.
4.- Películas sobre
campañas políticas:
Las películas de las categorías
anteriores muestras que muchas veces las organizaciones de base o los grupos de
presión tienen necesidad de participar o influir en campañas electorales y es
que la política es también el arte de convencer a las masas sobre la
conveniencia o no de causas específicas, o cuando menos, de las personas que
apoyan dichas causas.
Películas sobre campañas
electorales abundan pero las mejores parece monopolizarlas el canal HBO, que posee
joyas como The Front Runner
(Jason Reitman, 2018), sobre la breve carrera de una promesa demócrata que en
1988 amalgamaba las esperanzas de su partido, o Game Change (Jay Roach, 2012),
que narra las desventuras del comando de campaña de John McCain en 2008,
liderado por Steve Schmidt, cuando sudaron sangre luego de ocurrírseles escoger
a Sarah Palin como compañera de fórmula.
Pero en este renglón, mi
indiscutible favorita es Recount
(Jay Roach, 2008), que se ambienta en aquellos confusos 30+ días que duró el
reconteo de los votos de Florida en las presidenciales del año 2000, mostrando
a los dos comandos de campaña y sus estrategias para tratar de ganar la
contienda por todos los medios lícitos posibles.
Esta película cuenta con el plus
de estar integrada por un ensemble cast
de estrellas que van desde Kavin Spacey hasta Laura Dern pasando por John Hurt
y Tom Wilkinson. Créanme es un 10/10.
5.- Películas sobre
el Poder Judicial:
Desde que se incorporó el sonido
al cine en los años ‘30s, uno de los subgéneros más populares salidos de
Hollywood es el de los courtroom dramas,
o “películas sobre juicios” protagonizadas por abogados hábiles que buscan
convencer al juez o al jurado de la inocencia o culpabilidad del acusado.
Esas películas no son
necesariamente políticas, por más que muchas veces los criterios jurídicos
pueden estar -y de hecho están- influenciados por las corrientes políticas en
boga. Pero en lo que los casos llegan a la Corte Suprema de Justicia, sí se
vuelven tales, sí se vuelven políticas.
Aquí son pocas las obras, pero esas
pocas llegaron al Oscar, como Amistad
(Steven Spielberg, 1997), sobre unos africanos vendidos como esclavos, o The People vs. Larry Flynt
(Milos Forman, 1996) que trata sobre el sagrado derecho que tenemos todos de
ver cuanta pornografía nos apetezca ¡Amén!
Pero para mí, la mejor película
sobre el Poder Judicial es una totalmente desconocida, otra de esas joyas del
canal HBO, titulada Muhammad
Ali’s Greatest Fight (Stephen Frear, 2013).
Pese al título del film, el
famosísimo boxeador no aparece sino en materiales noticiosos de archivo, ya que
él no es el protagonista de la película, sino que lo son los magistrados o Supreme Justices, los “Justicias” y sus Clerks,
o asistentes que en 1971 tuvieron que decidir en el caso Cassious Clay contra
los EEUU, el juicio donde Alí apeló la decisión administrativa que lo hallaba
culpable de evitar la recluta y no haber ido a combatir en Vietnam.
Esta película ficcionaliza un
poco al inventarse personajes menores a los que les atribuye roles
desproporcionadamente grandes, pero todo lo que muestra sobre la mecánica
interna de la Corte Suprema y sobre los Jueces concretos de entonces, es una
clase magistral que debe ser vista por quien sea que quiera entender todo
aquello.
6.- Películas sobre
el arte de negociar o sobre el Poder Legislativo:
La política es el arte de la
negociación y ninguna instancia pública representa esta característica como las
legislaturas, llámense como se llamen: Congreso, Asamblea, Parlamento, Dieta,
etc.
La historia del cine dorado de Hollywood
cuenta entre sus más importantes clásicos la maravillosa Mr. Smith Goes to Washington
(Frank Capra, 1939) -que fue el trampolín para la carrera de James Stewart-
pero esa película peca de ser un poco idealista, sobre todo para los cínicos gustos
del presentes, por lo que mejor entonces una obra basada en la vida real.
Así, tenemos otras dos de HBO, Too Big to Fail (2011), sobre
cómo se negoció el rescate de los bancos durante la crisis de 2008 y Confirmation (2016) que narra
la tormenta que vivió el Senado en 1991 cuando tuvo que confirmar la nominación
de Clarence Thomas para Justicia Supremo, una tormenta en la que Joe Biden fue
parte de su centro, por cierto.
Sin embargo, para mí la mejor
película sobre el Congreso en su calidad de Poder Legislativo es Charlie Wilson’s War (Mike
Nichols, 2007), protagonizada por Tom Hanks y Julia Roberts y que narra la
historia del homónimo representante demócrata que fue clave en armar a los
muyahidines afganos durante la guerra de su país contra la URSS en los años
‘80s.
Charlie Wilson era un maestro de
esa seducción que usualmente asociamos con los políticos de profesión. Véanla
porque además de entender el Congreso, aprenderán de dónde salieron los talibán
¡Sin desperdicio!
7.- Películas sobre
el difícil arte de gobernar o sobre el Poder Ejecutivo:
El poder Ejecutivo, que en EEU lo
encabeza un cargo llamado Presidente, es el más conocido por propios y extraños
porque es el que más atención mediática se lleva, amén de ser el Poder que
concentra mayor número de prerrogativas, por dirigir a la administración
pública y comandar a las ff.aa.
De tal forma, cualquier película
sobre el Ejecutivo es también una película sobre el gobierno o, más
concretamente, sobre el convulso arte de gobernar, de saber gobernar o, sobre
el no-saber, como en la serie Veep. Es por eso que aquí
me extenderé un poco, espero que no les moleste.
Fíjense, pese a que la historia
de EEUU ofrece una paleta súper diversa y riquísima de 45 presidentes para
escoger, que se han sucedido de forma ininterrumpida desde George Washington en
1789, hasta Trump en la actualidad, la casi totalidad de films sobre
presidentes, cuando no son ficticios, se han centrado en el período que va de
1941 a 1974, con una particular preferencia por tres administraciones específicas,
que son las que van 1961 a 1974, es decir, las de John Kennedy, Lyndon Johnson
y Richard Nixon, con estos últimos dos llevándose el mayor tiempo en pantalla.
Curiosamente, en el caso de Nixon,
pocas películas lo muestran a él, o al menos las más famosas son sobre los
tejemanejes politiqueros de sus subalternos y asociados. Por ejemplo, en 1976
tuvimos la oscarizada All the
President’s Men (Alan Pakula), a la que podríamos decir que Ron Howard le
hizo una especie de “secuela” en 2008 con Frost/Nixon, mientras que en
2017 Spielberg le hacía una “precuela” con The Post y ese mismo año,
Peter Landesman, hacía un perfecto spin-off con Mark Felt: The Man Who Brought
Down the White House.
Como aún no he visto la que sobre
él hizo Oliver Stone en 1995, las únicas que recuerdo en donde se ve a Nixon
gobernando son tres películas sobre un hecho famoso pero completamente trivial
que sucedió en 1970, cuando el Presidente fue visitado en la Sala Oval por
Elvis Presley. La mejor de esas tres películas es la más reciente, de 2016,
titulada Elvis & Nixon
(Liza Johnson) con Michael Shannon y Kevin Spacey haciendo de los respectivos
personajes titulares. Véanla, es divertida.
Hay tantas películas sobre el
poder Ejecutivo que algunas se centran más bien en el Vice-Presidente, como la
serie que mencioné hace minutos o como la película Vice (Adam McKay, 2018), que
tiene unas caracterizaciones estupendas pero quizá sea muy tendenciosa para
mucha gente, como W.
(Oliver Stone, 2008).
Pero ahora bien, en mi opinión,
la mejor película sobre presidente alguno no es una sino tres, fuertemente
empatadas y que no puedo separar porque las tres son magníficas (2 de ellas las
pude ver en el cine, por cierto). Son Thirteen Days (Roger
Donaldson, 2000), All the Way
(Jay Roach, 2016) y Lincoln
(Steven Spielberg, 2012), donde esta última podría ser la mejor si nos atenemos
a criterios netamente cinematográficos porque claro, es de Spielberg, uno de
los mejores directores ever, pero créanme
que las otras dos, aunque de factura y acabados más modestos, sobre todo la de
Roach, son también clases magistrales donde aprenderán mucho, muchísimo
viéndolas.
PS: All the Way es una película para HBO dirigida por Jay Roach, a
quien he nombrado varias veces en este capítulo, pero ese mismo año fue
estrenada en salas LBJ (Rob
Reiner), una película que cuenta básicamente lo mismo que la de televisión. La
incluyo pero como extra porque no la he visto completa.
8.- Películas sobre
política pura y dura:
Para finalizar, películas sobre
política pura y dura, es decir, no sobre cómo se aprueban las leyes, se deciden
las órdenes, se negocian los acuerdos o se ganan las elecciones, no. El cierre
se lo dedico a esas películas que muestran cómo los políticos -o cualquier
persona en posición de poder- se tratan entre sí, al margen de sus objetivos o
a pesar de ellos. Es decir, películas sobre rivalidades entre personas que se
valen de todas las herramientas institucionales para joder al contrario, no de
forma existencial, pero sí de forma efectiva.
Para esta categoría, todas las
que pensé son historias de ficción, pero tan bien hechas que concluyo que sólo
las pudieron producir gente con una maravillosa capacidad de observación y,
sobre todo, de entendimiento politológico. Es decir, que sus autores son
politólogos honoris causa.
Pienso en una que fue, cuando la
vi en VHS a los 19 años, en el ya remoto 1998, la que precisamente encendió en
mi la chispa científica por querer estudiar y entender el sistema político
americano: The American
President (Rob Reiner, 1995), sobre un presidente viudo que se enamora de
una activista y cabildera; película que luego inspiró la multipremiada serie The West Wing, por cierto.
También pienso en una que vi por cable allá por 2001 o 2002, The Contender (Rod Lurie,
2000) sobre un presidente que necesita nuevo Vice-Presidente, lo que lo
enfrenta a la Cámara de Representantes que preside su rival más enconado.
La que fue mi película política favorita
desde que la vi en el cine en 2012 es The Ides of March (George
Clooney, 2011), que transcurre al interior de un comando de campaña demócrata durante
las primarias de Pennsylvania, en donde chismes, trampas, filtraciones, amantes
y todo tipo de puñaladas se juntan de forma magistral. Sin embargo, pasó a
segundo lugar cuando en 2018 vi un clásico de 1962, dirigida por Otto Preminger
a la que llegué por recomendación de mi antiguo profesor, colega y amigo
Guillermo Aveledo: Advise &
Consent.
La protagonizan Walter Pidgeon y
Charles Laughton -en su último rol antes de morir- junto a Henry Fonda y
Burgess Meredith. A su director lo nominaron a la Palma de Oro y Meredith
consiguió el premio de la crítica americana.
En cuanto al film, perdonen mi
francés pero ¡Qué vaina tan arrecha! No les cuento de qué va para no
arruinarla, ya que todo detalle es importante, pero créanme que contiene todo
lo que pueden ver por separado en las películas que ya recomendé, sólo que aquí
perfectamente armado y de la forma más realista y verosímil que haya visto
hasta ahora.
El fundamento de su calidad híper
realista deriva de ser la adaptación fiel de una novela del mismo nombre,
ganadora del premio Pulitzer y escrita por Allen Drury, quien fuere corresponsal
acreditado en el Capitolio desde la Segunda Guerra Mundial, por un total de
quince años. Evidentemente, todo lo que cuenta está inspirado en los diferentes
eventos que pudo conocer mientras hacía su trabajo, al punto de que, pese haber
sido publicada originalmente en 1959, sigue siendo considerada, al día de hoy,
la mejor novela sobre Washington y sus políticos. No la he leído aún -tiene 5
secuelas- pero la película que hicieron sobre ella es definitivamente la mejor
¡Punto! 10/10.
Esto ha sido todo por hoy, espero
los haya animado a buscar las películas y nos oímos la semana que viene, cuando
retomaré la cubertura de la campaña, con un capítulo sobre los debates
televisados.
¡Hasta la próxima!
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