"COGITO ERGO SUM", dijo el sabio, pero el pensamiento no vale nada si no se expresa y se expresa mejor mediante las palabras.
Por tanto, el silogismo queda de la siguiente manera:
Pienso, por tanto existo.
Hablo, por tanto pienso.
Soy, en tanto hable.
Cuando un
estudio/distribuidor promociona sus películas, suele resaltarles lo que cree
será más atractivo para el mayor número de espectadores. Esto, obviamente, lo
hace porque, por más artístico que sea el medio, el producto realizado es
también una pieza comercial destinado a la venta o, lo que es lo mismo, que el
cine necesita vender, en aras de seguir creando arte y puestos de trabajo. Y
como hacer una película cuesta mucho, necesita entonces venderse también mucho.
Comienzo diciendo
estas perogrulladas, porque a veces pasa que la campaña específica escogida por
el equipo de publicidad y mercadeo no termina siendo la más indicada o, quizá
sea mejor decir, no la más indicada para revelar la verdadera naturaleza -o “el
valor escondido”- de la obra en cuestión.
Tal es el caso de
la última joya histórico-politológica que nos llega de Dinamarca: En kongelig affære (“La reina
infiel” en nuestro mercado hispano), un drama centrado en el affair entre un médico de la corte
danesa y la mismísima reina, allá por los años ‘60s y ‘70s del siglo XVIII,
justo cuando desde Francia emanaba aquella famosísima explosión intelectual que ha dado en conocerse como La Ilustración.
Miren, como
pudieron darse cuenta si leyeron mi más
reciente entrada a este mismo blog, últimamente sólo ando interesado en
hablar de mí y de mis crisis existenciales… Pero coooñooo de la madre, no puedo
evitar angustiarme por lo que leo en los timeline
de mis Facebook y Twitter, así que haré una pausa en mi “yoismo” compulsivo para
decirles lo siguiente:
¿De verdad ustedes
pensaban que del diálogo del jueves tenía que salir ya un acuerdo y una
solución a nuestro problema HISTÓRICO? ¿Qué edad tienen uds., que miden todo,
cual si niños, con una escala de inmediatez como si el mundo se fue a acabar
mañana?
La naturaleza de
nuestro conflicto es tan grave precisamente porque ambas partes estamos
supremamente convencidas de la validez universal de sus postulados, lo cual no
nos deja dudas sobre la necesidad de imponérsela al otro, tal y como el Sol nos
impone su monótono circular de este-a-oeste todos los putos días, así no lo
queramos o no nos parezca justo.
Una crisis de
tamaña profundidad no se va a solucionar de una sentada, mucho menos frente a
las cámaras... Pero una verdadera salida (una de verdad, no esa catarsis
focalizada que son las guarimbas del sur-este caraqueño), REQUIERE Y DEMANDA
DIÁLOGO, y para ese diálogo, las partes debían comprometerse en público sobre
la necesidad de hacer sus diferencias a un lado... Y para eso pasó lo que pasó
el jueves y yo lo celebro.
Eso de mi parte es…
¿Ingenuo? ¿Zoquete? ¿Sesgado?… Perdón, pero más ingenuo, zoquete o sesgado me
parece creer que una única reunión iba a curar al país o que no hay que creer en negociaciones porque nadie va a dejar de pensar como ya piensa. El país está dividido en dos mitades que sólo se escuchan a si mismas... Grave, porque es el paso previo para que inicie una guerra civil. De tal
modo, como yo no quiero matar a nadie (por más que me provoque), prefiero
sentarme a dialogar con mi enemigo histórico para ver cómo evitamos seguir
destruyéndonos.
Ya hay una agenda y
un compromiso público de seguirla. Vendrán más reuniones, estas sí privadas, en
la que los rencores, insultos y desconfianzas serán expresados de maneras mucho más desagradables, pero sin embargo, algo fluirá, y como ha demostrado la Historia,
podremos sentar las bases para unas nuevas reglas de juego, que será hoja de
ruta para salir de la crisis actual. Exijamos ahora que se cumpla ese
compromiso. Gracias y hasta la siguiente reunión.
EDITADO: hagan click aquí para ver todos los videos del debate.
Y ahora, si me lo
permiten, volveré a hablar de mí o de las películas que he visto recientemente (temas de mis próximas entradas… Stay
tune!!).
Nunca está de más
explicar por qué uno hace, dice o piensa lo que se ha hecho, dicho o pensado en
alguna oportunidad; sobre todo si se cree que con el propio ejemplo se puede
ayudar a los demás a entenderse a sí mismos.
Resulta que en
algún punto del año 2012, se me ocurrió autodefinirme en la biografía de mi
cuenta Twitter como “Arrogante por naturaleza, ególatra por convicción”, pero sin
tan siquiera detenerme a pensar en las definiciones exactas de cada término y
las especificaciones que distinguen a uno de otro.
Y es que por
aquellos días acababa de finalizar mi curso de historia grecolatina en la
Escuela de Comunicación Social, materia en donde una de las cosas que enseño es
la evolución de un elemento cultural que, pese a sus cambios, sigue siendo el
mismo: el culto a los héroes, esos que antes llamaban Aquiles y Odiseo y los
cantaban en poemas o representaban en el teatro y que ahora llamamos Superman y
Batman y los leemos en comics o vemos en el cine.