Nunca he sido
chavista ni lo seré jamás. No lo fui cuando intentaron el golpe de estado en
1992, ni cuando se lanzaron a la presidencia en 1998, no lo fui cuando promovieron
una nueva constitución, ni cuando se les murió el líder galáctico ¿Por qué? Por
ene cantidad de motivos, pero me
basta con uno solo para considerar a Hugo Chávez y a su gente como el peor
presidente que ha tenido Venezuela desde, al menos, 1936 (aunque fácil podría
decir que en toda su historia republicana). El motivo es el siguiente:
destruyeron el poco Estado que llegamos a tener alguna vez.
"Leviathan", por Thomas Hobbes, 1651. Primera gran teorización del Estado. |
Ojo: dije Estado, a secas y sin apellido. No dije
estado de derecho. No, Estado y
punto, es decir, me refiero a eso que el sociólogo alemán Max Weber definiere
en 1919 como “aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio
(el ‘territorio’ es un elemento distintivo) reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física
legítima” (El político y el científico,
pág. 2).
Las negritas y el subrayado
de la cita anterior son míos, porque quise destacar que, para Weber, sociólogo
al fin, no basta con que el Estado se arrogue una función o que formalmente,
según la ley, sea algo… No, ¡tiene
que ser efectivo! Es decir, tiene que ser un hecho, una realidad tangible y
concreta, un fenómeno medible y evidente, no importa que sea de acuerdo a la
ley o no.
Si quieren, podemos
verlo con algo más cercano a nuestra realidad cotidiana: imaginemos una
comparación entre par de personas que, aunque casadas de acuerdo a la ley y a la
tradición, no conviven ni hacen nada juntos; contra una pareja que aunque no
haya firmado nunca ningún papel ni dicho en voz alta ninguna frase, duermen en
la misma cama, tienen exclusividad sexual entre ellos, se tienen auténtico y
genuino afecto, conviven e inician a cada rato proyectos juntos. Para Weber,
matrimonio sería la segunda pareja, no la primera, pese a que formalmente ésta
sí lo es y aquella no.
Pues bien, en
Venezuela existe un Estado, de nombre y de acuerdo con la ley, pero el fenómeno
real, efectivo, material y tangible, no existe. Es como cuando el GPS
te lleva a una dirección donde se supone que hay un banco, pero que cuando
llegas no hay más que un local vacío, con un montón de sobres no abiertos
acumulados debajo de la puerta. En principio, ahí dice algún papel que queda “algo”,
pero en la realidad, no lo hay.
Por eso y ya sólo
por eso, detesto profundamente a esta banda de facinerosos que se hacen pasar
por servidores públicos, incluso cuando muchos de ellos sincera y honestamente
se juran estar trabajando por el bien de la sociedad.
Puede argumentarse
que el Estado tiene otras funciones o que hay otros motivos para detestar al
gobierno chavista, pero a mí me basta con ese porque, en mi calidad de
politólogo, lo percibo como el causante de todas nuestras otras desgracias.
Y es que luego de su
aparición durante el Renacimiento tardío -el Estado es un fenómeno
exclusivamente moderno y occidental- además de monopolizar la violencia física o,
lo que es lo mismo, de proveer seguridad, el Estado fue asumiendo funciones
tales como promover el crecimiento económico controlando la inflación, desincentivando
la especulación, creando las condiciones propicias para la inversión y un largo et cetera de naturaleza económica. Luego
de las revoluciones atlánticas de finales del siglo XVIII, el Estado también
asumió el rol de garantizar los derechos individuales y sociales mediante la
limitación de su poder, la apertura a la participación ciudadana y la
sacralización de derechos tales como el libre tránsito, la libre expresión, la
libre asociación, el libre contrato, el libre culto y otro largo et cetera. Desde ahí, no ha parado y hoy
el Estado hace -o es- todo: creador de empleos, proveedor de servicios básicos,
dueño de medios de comunicación, garantizador de la salud pública y pare usted
de contar. Casi todas las profesiones encuentran empleo en el estado: médicos,
farmacéuticos, ingenieros, docentes, militares, abogados, aseguradores,
periodistas, músicos, pintores y un tercer largo et cetera se hallan en su nómina.
¡Pura paja! Ninguna
de todas esas funciones sirve de nada ni le harán ningún bien a la sociedad si
el Estado no hace, antes que todo, aquello por lo que se le creó: ser un
garante del orden y la seguridad pública y privada. Esto es así porque esa es
su característica esencial, es decir, aquella sin la cual deja de ser lo que
es. Imaginen un teléfono móvil que tenga de todo -pantalla táctil, videojuegos,
mapas, cámaras fotográficas, brújulas, controladores de la menstruación,
agenda, procesador de palabras, hoja de cálculo, reproductores multimedia,
disco duro- pero que no tiene antena para conectarse a la red celular o de WiFi;
o un automóvil con asientos reclinables, desempañadores, vidrios ahumados, tapizado
en piel de camello, reproductor MP3/Blu-ray, cónsola de videojuegos, dildo y
estuche para los lentes, pero que no tiene motor o que el que tiene pasa
aceite, se recalienta y está a punto de fundirse… Como decía mi papá “¿me explico?”
Y es que ¿de qué sirve
todo lo que se le agregue a un invento cuando no le sirve lo esencial? Pues
bien, eso es lo que le pasa al Estado venezolano (y al latinoamericano en
general): aquello para lo que se le creó -y que debería hacer antes que nada- no
funciona, por tanto, todo lo demás que a lo largo de la historia se le ha
atribuido al Estado o éste se ha auto-otorgado -id est, ha expropiado-, lo hará (y de hecho lo hace) mal.
Es como si a Einstein
le hubiesen hecho una lobotomía al cumplir los 23.
¿Pruebas? Aquí las
tienen: en los países de América del Norte y de Europa (y en dos de Asia nororiental)
el Estado hace muchas cosas chéveres que se traducen en una mayor calidad de
vida de su población, tales como otorgar servicios públicos de salud y
educación en un amplio alcance, construir o mantener estupendas vías de
comunicación, garantizar suficientes metros cuadrados de área verde por
habitante, etc. En América Latina (ni hablar de en África y el resto de Asia),
no tenemos el mismo bienestar. Ahora compárenlo con las tasas de homicidio,
hurtos, robos y cualquier otra forma de violencia física. ¿Cuántos homicidios
hay en Portugal y cuántos en Guatemala? ¿Cuántos secuestros y extorsiones hay
en Alemania y cuántos en Venezuela? (la pregunta es retórica, pero si tienen
necesidad de datos duros, pueden verlos
en Wikipedia)
No es cierto que la
desigualdad social sea el origen de la violencia, porque países muy desiguales
como Estados Unidos -cuyo coeficiente Gini lo sitúa en la posición número 120-
o Israel -que es el # 86- (fuente)
tienen, sin embargo, unas tasas de homicidio por cada cien mil habitantes de
4,7 y 2,1 respectivamente. Venezuela, en cambio, pese a una desigualdad que nos
coloca en el puesto número 83 (es decir, menos desiguales que Israel y que
EEUU) tiene 45,1 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Tampoco son los
valores de vida burgueses los que hacen que la gente se mate, porque Holanda,
que ya era independiente, republicana y muy, muy capitalista cuando EEUU no
existía ni como idea, tiene 1,1 muertes intencionales por cada cien mil
habitantes, exactamente los mismos que Túnez, país que nada tiene de burgués y
que ni occidental es.
¿Qué tienen en
común los Estados Unidos de América, el Estado de Israel, el Reino de los
Países Bajos y la República de Túnez? Un sistema jurídico y unos cuerpos de
seguridad que dan y dan y dan y dan hasta que hallan quién fue el culpable de
aquel robo, este homicidio, aquel secuestro o esta extorsión. Algunos serán más
sutiles y apegados a derecho, otros serán más bastos e incivilizados, pero en
todos esos países, quien tenga pensado delinquir, tiene total certeza de que
tarde o temprano le va a caer el peso del Estado (lo contrario a esa certeza se
llama impunidad). En Venezuela -donde
eso ya era así antes de que llegase al poder el chavismo pero en donde ahora es
mil veces peor- no, y por eso, ya nada más por eso, detesto al chavismo y lo
considero el causante de todas nuestras desgracias.
Fin.
Pues tienes toda la razón: éste "Estado" (si es que se le puede llamar así) por su inoperancia e ineficiencia, no sirve para NADA excepto para robar, insultar y reprimir.
ResponderEliminarHola pana, excelente tu explicación de nuestro gran peo nacional, está como para publicarlo en todos los medios de comunicación nacionales. Saludos.
ResponderEliminarTienes toda la razón en tu comentario. pero que mas se puede esperar, de un pais donde se elige como presidente a un individuo que ue protagonista de un intento de magnicidio, y que condujo a la muerte a por lo menos una centena de personas? Y lo eligieron 2 veces!!! Luego eligen a uno, que en vez de tener curriculo, lo que tiene es prontuário!!! Y ademas se rodea de un gran circulo de "delincuentes" con prontuário incluído....
ResponderEliminarJajajaja de ciencias tenías que ser gracias a eso te logre entender más fácilmente :P
ResponderEliminarMuy interesante tu artículo, sin embargo, pese a no ser chavista (mas si de pensamiento de izquierda no radical, por tanto anti oposición de derecha), pienso que Chávez, como presidente, jamás será peor que Nicolás Maduro, este último, en mi humilde opinión, es la peor desgracia que le a caído a Venezuela.
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