martes, 21 de agosto de 2012

Tres películas, tres reseñas: Etz Limon, Brave, Total Recall


   La semana pasada fui al cine tres veces a ver tres películas de muy distinto género cada una. Trataré aquí de condensarlas en una misma reseña, no sólo para ganar espacio, sino para tratar también de imitar la sensación que deja el ver tres obras tan diversas.

Afiche de lanzamiento en Israel (click)
   La primera fue עץ לימון -El Árbol de Lima en nuestro mercado hispano- del israelí Eran Riklis, originalmente de 2008 y que en Israel fue recibida, según Wikipedia, con indiferencia y hasta frialdad, pese a que The Syrian Bride (2004) la película anterior de este mismo director, fue muy popular su país.

   Lo primero a resaltar es lo primero que atrapa de la obra de Riklis: la fotografía. Sin nada que la haga especial, la fotografía de עץ לימון (se pronuncia “Etz Limon”) simplemente transporta, llevándonos a un Israel cotidiano y sencillo, caliente como el demonio pero, al mismo tiempo, de un agreste que refresca. Y es que viendo aquellas panorámicas y planos sencillos, me sentía visitando a una familia que no tengo y que vive en un país que no conozco. Sólo por eso ya disfrutaba.


*CUIDADO: ADELANTE HAY SPOILERS*

   La trama, como saben quienes vieron el tráiler o leyeron otras reseñas, es sobre una viuda palestina, a quien se le muda al lado un israelí que acaba de ser nombrado Ministro de la Defensa, motivo por el cual el Servicio Secreto desea podar los limoneros cuya cosecha son el único oficio y principal fuente de ingresos de la protagonista. Y si esto puede parecer una forma trivial de aproximarnos al conflicto palestino-israelí, yo por el contrario, sentí que era la mejor de todas, dado que demuestra la sutileza del mismo, sutileza ésta que normalmente es imperceptible en noticieros internacionales o reportajes que se enfocan sólo en la lucha armada de esos dos pueblos. En esta película los vemos, por el contrario y pese al drama central, integrados de forma diría incluso que simbiótica: los israelíes son asiduos a la comida árabe y, si entendí bien, incluso amenizan sus fiestas privadas contratando bandas de palestinos. Estos últimos, aunque no pierden oportunidad de expresar su desprecio cuando la ocasión lo amerita, se mezclan con los judíos, comercian con ellos y cierran negocios prósperos; incluso respetan las normas que el gobierno israelí impone (puntos de control, toques de queda, etc.). Hasta se dan el tupé, al menos de entrada, de despreciar el simbolismo inherente en la lucha de Salma Zidane, la protagonista, decidiendo no apoyarla política o económicamente, pretendiendo nada más que siga con su vida.

   Ahora bien, el mismo Riklis ha dicho repetidas veces, esta película no pretendía tener como protagonista al conflicto, sino centrarse en la vida típica de las personas que lo padecen a cada lado del mismo. Pues bien, es precisamente aquí, lamentablemente, donde siento que la película tiene el que quizá sea su único fallo: las vidas de las dos familias involucradas eran lo suficientemente interesantes como para ser historias por sí mismas y, sin embargo, el director sólo las mostró superficialmente, poniendo a un personaje a hacer un comentario político por aquí, planteando una trama de amor por allá… Pero nunca extendiéndose sobre ninguna de estas líneas. Rara decisión de quien asegura que lo importante eran las personas y no la histórica guerra que los separa.

   Ojo: no es que la película sea mala por carecer de personajes complejos y elaborados. Es exactamente todo lo contrario: el “problema” es que los personajes se nos muestran tan profundos y con dramas tan reales, tan enredados, que las implicaciones de los mismos nos distraen de la trama central de la película, cuando no incluso la superan, reduciéndola a una historia que dejó de importar y que fue resuelta de forma expedita porque al director se le acabó el tiempo.

Con todo, mi voto IMDb: 8/10.


Afiche original de lanzamiento (click)
   De segunda fui a ver Brave -traducida en nuestra región como Valiente- de Mark Andrews, pero primero de Branda Chapman, quien fue la que desarrolló la historia antes de “abandonar” el proyecto o, según su versión, ser “despedida” debido al machismo imperante en la industria del cine animado (¿?). Al fin de cuentas y haya dirigido quien haya sido, la película es más bien de Pixar Studios y ya con esto debería bastar para acreditar. Y si quien me conoce sabe que “colectivismos” como el implícito en la frase anterior son inusuales en mi propia weltaschauung, hay que reconocer que si hay algo que puede hacerse sin temor a cometer una injusticia, es el tratar a las películas de Pixar como si fuesen la obra de un mismo realizador. No sé a qué se debe exactamente, pero de que pasa, pasa, y ya son famosos por ello.

   Brave tiene todo lo que destaca a Pixar y la ha hecho tan distinta al resto desde su primer largometraje, allá por 1995: excelente animación, ethos socialmente relevante y un guión impecable. Y si ya todo eso ha bastado para hacer de Pixar un estilo propio que siempre me encanta, sospecho que he comenzado a acostumbrarme o a notar que dicha fórmula no siempre destaca… Porque algo me pasó viendo Brave, que no logró engancharme como habían hecho, hasta ahora, todas las películas de Pixar. Y cuando digo todas me refiero a todas, incluso Up, que para mi había sido la única con algunos severos problemas de guión.

*CUIDADO: A PARTIR DE AQUÍ HAY SPOILERS*

   Quizá se deba a que la historia de la negativa de una princesa a casarse, pese al importante rol político que dicha institución cumplía en la Alta Edad Media, es algo que nada tiene de nuevo y que hemos visto tratar, desde una anacrónica perspectiva moderna, muchas veces, desde lo frívolo hasta lo convulso. Tal vez fue más bien el hecho de ser fundamentalmente una historia del usual conflicto madre/hija, al cual supongo que soy menos afín por razones de sexo (aunque lo dudo) o, quizá, una combinación de lo anterior.

   Podrán decir que las historias detrás de A Bug’s Life, Finding Nemo o Cars tampoco eran nuevas, y tienen la total y completa razón al hacerlo; pero quizá entonces sus éxitos se debieron a que dichas viejas historias nos las contaron con insectos, peces y carros, dándoles un elementos de originalidad pocas veces apreciado y que todavía ahora me logran atrapar cada vez que me las encuentro por televisión. Mientras tanto, en Brave, haber contado una vieja fábula utilizando humanos en situaciones tan “reales” tiene, extrañamente, demasiadas reminiscencias de Disney (casa matriz que adueñara a Pixar en 2006) como para hacer sentir que ya todo nos lo sabemos de principio a fin. Y no es que Disney haga malas películas, cuente historias burdas o le queden muy realistas… Todo lo contrario, es más bien que justamente por su éxito, ha repetido un formato que ya no nos sorprende y creemos conocer mejor que nadie.

   ¿Vale la pena ver Brave? ¡Por supuesto! Su primera carta, la animación computarizada, es a la altura de lo que nos tiene acostumbrados Pixar, gran innovador de este género (aunque recién vi en televisión dos películas de 2010 y 2011, hechas por estudios “rivales”, que me parecieron mejores en este renglón: Legend of the Guardians y Rango). La segunda carta, el guión (para mí la verdadera clave de la calidad de Pixar todos estos años) es excelente: bien escrito, consecuente, cómico y con muy buen ritmo. Sin embargo, todo esto no me la hizo memorable, que es lo que me enardece, sobre todo porque no termino de estar completamente claro de la razón. Aún así, yo me conozco: seguramente con el tiempo le agarre cariño y le suba el puntaje, porque si una película puede crecer en la estima del público con el paso de un lustro (Citizen Kane, Fight Club, etc.), también puede hacerlo en la de una sola persona con el paso de los meses.

   Por cierto, los que la vean en cines mientras esté en cartelera, recomiendo evitar el 3D y escoger la versión convencional, dado que transcurre casi toda en interiores o de noche, que se ven aún más opacos con los lentes, sin que la tridimensionalidad, en mi percepción, tan siquiera se notara (fenómeno que no me pasó con Tin Tin, cuyo 3D fue glorioso, así que no se trata de que 3D y animación se combinen mal).

   Recomiendo revisar Ain’t It Cool News para leer más y mejores reseñas

Por ahora, mi voto IMDb: 7/10.




Afiche original de lanzamiento (click)
   Finalmente, Total Recall -en nuestra región, igual que su original, El vengador del Futuro-, un film que tenía todo lo necesario para odiarlo o amarlo como al que más, por tratarse del remake de una película que forma parte de mi infancia y que es de las mejores que hizo un director que, a pulso y no sin ponérnosla difícil, se ganó su lugar en la historia. Hablo, claro, de Paul Verhoeven, quien también nos dejó RoboCop (1987) y Basic Instinct (1992), películas que junto a la Total Recall de 1990, con Arnold Schwarzenegger, conforman la cumbre de su carrera.

   Y si bien Verhoeven no cuenta entre mis directores de culto ni sus películas entre mis favoritas, nadie puede negar que su obra sea referencial para una generación e ícono de una época. La vara, entonces, no estaba alta por la calidad del material original, sino por la estima que guardaba en el corazón y memoria de muchos, entre los que por supuesto me encontraba yo, que además fui a verla con expectativas muy bajas, no sólo por las reseñas negativas que había ojeado (más no leído) sino porque los remakes de B-movies suelen ser peores que las originales, como demostró Clash of the Titans (lo cual, sin embargo, es también negado por The Fly, así que quedamos tabla).

   La ventaja que tenía esta nueva versión era que el verdadero material original lo constituye un cuento corto titulado We can remember it for you wholesale, del nunca-bien-ponderado novelista de ciencia ficción americano Philip K. Dick, en el que la película de Verhoeven estaba apenas superficialmente basado, por lo que la nueva versión podría haberse redimido siendo más fiel a la historia original. No fue el caso: el trabajo de Len Wiseman, sin traicionar el ethos de la obra de Dick, termina distanciándose más aún de ella de lo que lo hiciera Verhoeven hace 22 años, convirtiéndose la actual más en una película de acción con excelentes efectos especiales y menos en un thriller onírico como la anterior (para una buena comparación, hagan click aquí).

   De hecho, esta nueva película, que -honor a quien honor merece- está mucho mejor actuada que la de 1990, parece a ratos ser más bien un indetenible tributo al cine de ciencia ficción, condensando todos sus subgéneros y rindiendo especial reconocimiento a los films basados en libros de Philip Dick, en particular Blade Runner (versión libre de Do androids dream with electric sheeps?) y Minority Report, las cuales ya son referentes per se gracias a sus propios méritos.

*ADVERTENCIA: LOS PRÓXIMOS PÁRRAFOS CONTIENEN SPOILERS*

   Y aunque esto podría ser criticado como lo peor de Total Recall 2012, es también donde aporta lo mejor, porque la futurología de la película, su propuesta estética y su dirección de arte, es lo que mejor sabor de boca me dejó. No así, lamentablemente, la propuesta sociopolítica, que creo hizo mal en exagerar el elemento distópico de la anterior, convirtiéndolo en el tema central y mezclándolo con dosis de 1984 y Children of Men; estos últimos, a mi entender, mal digeridos, resultando en una interpretación burda por ser demasiado evidente y hasta cliché: ahora una mitad del mundo (Australia) es explotada por la otra mitad (Gran Bretaña), comunicándose ambas por el centro de la Tierra debido a que el resto del planeta quedó contaminadísimo luego de una guerra bioquímica devastadora.

   Insólitamente, la humanidad ha logrado ingeniárselas para atravesar el candente núcleo del planeta, pero no cómo hacer para limpiar el aire venenoso que pulula por doquier y que, según demuestra una fugaz escena, se encuentra a sólo metros de distancia del limpio aire de la Federación Unidad de Bretaña (UFB en inglés), sin que ésta esté protegida por ninguna burbuja ni domo ni nada. Y cuando a la UFB se le acaba el espacio, a su canciller -dictador- se le ocurre inventar que los pobres austro-asiáticos son los culpables de una guerra sucia que emprendió una proindependentista guerrilla urbana y que sirve de excusa perfecta a “los malos” para atravesar el globo (siempre por el centro) con un ejército robótico, matar a todos los pobres e instalar un suburbio rico de la UFB en las antípodas… Todo esto pese a que en la vida real, lo normal es que sea la población de pobres la que crezca en exceso e “invada” los vecindarios ricos, proletarizándolos; o que la lógica habría empujado a los pobres a destruir el ascensor -The Fall- que comunica las dos mitades o, como mínimo, que constituyeran un sólido y masivo movimiento político propio y no una simple guerrilla, como pasó en India, Suráfrica, EEUU y tantos otros ejemplos históricos.

   En resumen: la película se sostiene poco en cuanto a lógica y narrativa, pero en lo que a estética se refiere, es suficientemente valiosa, por lo que recomiendo verla a quienes se interesan en futurología o se entretienen con acción pura y simple (hay tres persecuciones muy buenas, pero, cuando arrancó la cuarta, sinceramente me fastidié). Por otro lado, quienes buscan distopías y ciencia ficción seria, aunque pueden hallar elementos interesantes en ésta, sinceramente recomiendo quedarse mejor con la anterior.



Mi voto IMDb: 6/10.

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